Cartel de "Se Alquila"
POLÍTICA

La prensa subvencionada despierta con el problema de la vivienda: una demanda desatada

Solo falta anunciar la conclusión en voz alta: mientras crezca la población, los precios subirán todavía más

La “teoría del establecimiento de la agenda” dice que los medios arman el debate público a través de la selección y exposición de temas. Esto resulta especialmente claro en Cataluña, donde el ecosistema mediático es un apéndice de la Generalitat. Esto también explica la capacidad de adaptación de la prensa local, que bien se lanza a la aventura procesista que al postprocés del PSC.

Y, en los últimos días, hemos asistido a una coordinación sorprendente entre algunas noticias; además, en noticias sobre un tema crítico: vivienda. Lo más relevante, sin embargo, es la orientación de fondo que se percibe en el tratamiento de la información. Nos referimos a que ya se habla explícitamente de la correlación entre población y precios inmobiliarios.

Ropa tendida en un balcón de una céntrica calle de Barcelona

"Aumenta la población", es decir, inmigración

La sección de economía del Món publicaba el pasado domingo una pieza donde, en el primer párrafo, se señalaba que “una parte de la problemática actual que rodea la vivienda recae en la carencia de oferta con relación al alta demanda”. Con menos eufemismos, Nació publicaba ayer en portada una noticia más clara y directa. “La vivienda en Cataluña: poca construcción para tanta población”, titulaban.

Como es natural, ambas noticias apuntan a otros muchos factores para explicar la escala de precios y diluir la crítica a la inmigración. Ahora bien, de fondo se deja caer que el factor clave es el aumento poblacional. Es decir, los altos saldos migratorios que Cataluña y sus instituciones, empezando por la prensa, han aplaudido y estimulado durante años.

Por lo demás, las noticias se limitan a repasar el nuevo catálogo de medidas del Govern de Illa sin ir más allá. Estas medidas se resumen en estimular en tiempo récord la oferta, así como en la creación de un parque público. Pero, como se ha explicado en E-Notícies, estas medidas llegan tarde y no son suficiente dado el aumento poblacional que el mismo Govern estimula, a coro (altavoz más bien) del Gobierno central. De hecho, la demanda acumulada - “demanda embalsada” - es de largo muy superior a la oferta que puede crear Cataluña en una legislatura.

Un hombre con gafas y traje oscuro gesticula mientras habla en un entorno formal.

Y es que, al mismo tiempo que se admite que la inmigración dispara la vivienda, las instituciones anuncian que nos hacen falta millones de nuevos inmigrantes. “España va a necesitar 3,5 millones de migrantes para compensar las jubilaciones que se van a producir en la próxima década”, decía ayer la Secretaría de Estado de Migraciones en un mensaje en redes que se hacía masivamente viral. No hace falta decir que una parte importante de estos millones acabará en Cataluña.

El comodín de la especulación

Por otra parte, y a diferencia del relato que el establishment todavía intenta sostener, la especulación no es la causa del problema, sino el efecto. Y la razón es tan simple como que no hay ningún actor que acumule suficiente oferta como para adulterar el mercado (“poder de mercado”). Por el contrario, el mercado inmobiliario español y catalán están muy atomizados por el completo protagonismo de los particulares en la tenencia de viviendas.

Esto tiene una traducción práctica inmediata: luchar contra la especulación no sirve de nada. Es más, luchar contra la especulación se traduce en inseguridad jurídica, desencanto social y retirada de la oferta. No solo eso: cebar un mercado de demanda a través de la inmigración beneficia a los más ricos porque ellos son los que disponen de capital para entrar y salir del mercado. De paso, también beneficia a la Generalitat, cuyo plan fiscal de “prosperidad compartida” se reduce a hacer caja con impuestos inmobiliarios.

Una multitud de personas participa en una manifestación sosteniendo pancartas con mensajes en catalán en una calle arbolada.

En cualquier caso, lo más importante es la percepción diaria del ciudadano corriente. Es decir, los precios suben, el mercado negro coge fuerza y la oferta se desnaturaliza en forma de habitaciones y alquileres temporales. Este es el resultado de acumular población sin ningún horizonte y, sobre todo, intentar disimular que eso no tiene consecuencias. Próxima parada: diez millones.

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