
La legislatura del humo: un año de pactos incumplidos entre ERC y PSC
El postprocés tenía un coste: una legislatura para aparentar y reajustar todas las piezas
Se cumple un año desde que ERC y PSC firmaron el acuerdo que aupó a Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat. Un pacto que se presentó como “histórico” y que estaba repleto de promesas de épica variable, sobre todo para ERC. Ahí está el concierto fiscal, el traspaso integral de Rodalies o la Convención Nacional para resolver el "conflicto político" con el Estado. Como se puede apreciar, todo se presenta integral, definitivo y en la máxima escala posible.
Doce meses después, el balance no puede sorprender a nadie. Habida cuenta del estilo negociador del PSC y la debilidad estructural de ERC, el pacto se ha empantanado en titulares. Más aún: todas las grandes concesiones orbitan en una bruma de indefinición, retrasos y diluciones. Este es el corsé que ha servido para transitar desde la inoperancia de diez años de procesismo hacia el final del 'sanchismo', del cual el presidente Illa es el máximo fruto.

La financiación singular: del 2026 al 2028... o más allá
El gran reclamo del acuerdo fue la creación de una Hacienda propia catalana. En este sentido, ERC vendió la gestión del IRPF como la piedra angular del nuevo modelo de financiación. La idea que los republicanos pusieron en circulación, muy llamativa teniendo en cuenta que el proyecto indepe naufragó, era que la Hacienda era una estructura que acercaba a Cataluña a la independencia. Así lo defendió Marta Rovira antes de volver a Cataluña, interpretar su papel en el teatro republicano y volver a Suiza.
Sin embargo, la letra pequeña se ha impuesto a los titulares. El Plan Director de la Agencia Tributaria Catalana, presentado in extremis el 31 de julio, ha sido la constatación del fracaso. La recaudación del IRPF no será una realidad en 2026 (la promesa), y veremos si en 2028. Las causas que explican el fracaso del calendario no son ninguna novedad; los técnicos de varios grupos profesionales lo explicaron. No hay estructura administrativa, la carencia de personal es máxima y falta un acuerdo legislativo con el PSOE.

La situación adquiere una tonalidad incluso cómica cuando se constata que, en 2028, ya estaremos inmersos en las próximas elecciones. Es decir, que si el tripartito pierde un solo diputado, todo volverá a la casilla de salida. Por no hablar de que todo apunta a que Feijóo estará en la Moncloa, ya sea de la mano de Vox o de un PSOE post-sanchista. Por el camino, eso sí, al PSC le habrá dado tiempo a hacerse fuerte desde varias instancias de poder birladas al procesismo.
Rodalies: una cesión en falso
El otro gran pilar del acuerdo era el traspaso de Rodalies. Un traspaso que, en teoría, devolvería a Cataluña la gestión de su red ferroviaria. La realidad, sin embargo, es que la nueva empresa Rodalies de Catalunya sigue adscrita a Renfe, con un reparto de control que deja la mayoría de gestión en manos del Estado.
La Generalitat podrá nombrar al presidente de la compañía, pero la letra pequeña es clara: el peso operativo sigue siendo de Madrid. Además, la adscripción inicial a Renfe, aceptada por ERC para evitar conflictos laborales, se prolongará sin fecha de caducidad definida. Mientras tanto, eso sí, los ciudadanos soportan un servicio máximamente deficiente.
La cuestión nacional: en un cajón
Mención aparte merece la creación de una Convención Nacional para la resolución del conflicto político catalán. Un foro que debía impulsarse en el primer pleno posterior a la investidura. Un año después, la Convención sigue en un cajón, sin calendario y sin voluntad política de impulsarla. Tanto ERC como PSC han optado por postergarla, bajo el argumento de que esperan una “amplia mayoría de partidos” que nunca llega.
En este caso, la naturaleza cosmética de esta concesión era tan clara que ni ha levantado debate social o parlamentario. Era simplemente una concesión simbólica y gratuita a ERC, que de tanto en tanto tiene que ejercer de partido independentista. Además, la ciudadanía, después de años de procés y sanchismo, ha perdido el horizonte de las mesas de diálogo que hay repartidas por el mundo.

Una legislatura de reajuste
Ya en noviembre de 2024 se explicaba en E-Notícies que esta legislatura era para ERC una perfecta oportunidad para aparentar. Y es que, con tempos políticos tan breves, a los partidos les interesa el juego corto. En este caso, a ERC le interesaba evitar una repetición electoral para estabilizar el barco después del colapso electoral. Por su parte, el PSC veía una oportunidad para jugar desde el interior de las instituciones; no hay que olvidar que controlan Barcelona.
Esto explica que la actual legislatura sea de puro reajuste; y tiene sentido que así sea: el procés congeló Cataluña durante diez años. Y ahora, poco a poco, sale todo: inmigración, saturación asistencial, inseguridad, independentismo unilateral (AC), etc. Paralelamente, Vox está consolidado, el PP catalán ha vuelto, Puigdemont desangra a Junts y la CUP intenta cuadrar el círculo antisistema.
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