
Rodalies retrata el fracaso de la estrategia de ERC
Las negociaciones de máximos sin atar los detalles condena a los catalanes a una incertidumbre permanente
ERC y Junts han pasado de desafiar al Estado a rivalizar para ver quién consigue más concesiones del Gobierno central para Cataluña. Es la llamada era del post-procés, en la que los partidos procesistas tratan de frenar su hundimiento acomodándose a la nueva realidad. Esto les lleva a pactar acuerdos “históricos” para vender grandes titulares, sin cerrar los pequeños detalles que luego acaban siendo fatales.
Su fracaso más estrepitoso fue el de la amnistía, que vendieron como algo histórico hace un año pero en muchos casos sigue sin aplicarse. Otro ejemplo , el traspaso de las competencias en inmigración. Pese a los golpes en el pecho de Junts, los expertos y los propios mossos han advertido que sin un aumento de efectivos será imposible.

El fracaso ha sido especialmente estrepitoso en el caso de ERC. Viendo las ambiciosas demandas de Junts con el techo de gasto o la inmigración, Esquerra basó su estrategia en la financiación singular y el traspaso íntegro del servicio de Rodalies.
En febrero propuso sustituir la financiación singular por un consorcio con el Estado, medida que tuvo luego que retirar ante la avalancha de críticas. Ahora ha ocurrido lo mismo con el traspaso de Rodalies. ERC ha aceptado la gestión compartida durante dos años para evitar la huelga de trabajadores de Renfe y Adif.
Ambas negociaciones dejan al descubierto el fracaso de la estrategia de ERC de negociar grandes acuerdos de espaldas a la realidad o sin atar los pequeños detalles.
Estrategia fallida de ERC
La financiación singular agendada para 2025 era un desafío que los expertos ya señalaron como demasiado ambicioso. El traspaso de la red ferroviaria desató un conflicto laboral por la incertidumbre que generó en los trabajadores. ERC ha intentado rectificar en los dos casos, pero el remedio ha acabado siendo peor que la enfermedad.
Quienes sufren las consecuencias son los catalanes. La financiación singular obligó a prorrogar un año más los presupuestos en Cataluña, poniendo en riesgo proyectos e inversiones en el sector público. El traspaso de Rodalies ha acabado provocando un mayor caos en la red ferroviaria catalana, con retrasos y trenes cancelados.
Este último episodio ha sido especialmente sangrante. Refleja de forma dramática como la irresponsabilidad de los partidos de poder en Cataluña condicionan negativamente el día a día de las clases medias y trabajadoras. Los intereses de los partidos pasan por encima de las necesidades de los catalanes, que ya se han hartado.
Cataluña, cada vez peor
Este lunes una avalancha de críticas a los dirigentes de ERC por su falsa promesa (una más) del traspaso de Rodalies. Va calando la sensación de que tanto ERC como Junts juegan a salvaguardar sus propios intereses a costa de poner en riesgo la calidad de vida de los ciudadanos.
El fracaso de Rodalies evidencia otra contradicción de ERC. Junqueras quería convertir el partido en un referente de la lucha laboralista, y no es capaz ni garantizar que los trabajadores lleguen a su destino. Mientras, sus dirigentes se mueven todos en coche sin sufrir los percances.
Diez años después del inicio del Procés no ha habido independencia, y Cataluña sigue cayendo en todos los estándares de calidad de vida. Los ciudadanos cada vez pagan más impuestos para vivir en un lugar donde los trenes no funcionan y hay listas de espera interminables y un fracaso escolar estrepitoso. Un lugar donde la delincuencia campa a sus anchas y los servicios públicos van perdiendo calidad.
Son las consecuencias del procesismo, un sistema en el que los partidos se culpan unos a otros mientras nadie es capaz de garantizar que los trenes lleguen a tiempo. Aunque la gente ya ha señalado a los culpables, y podrían recibir su castigo en las próximas elecciones.
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