Dos hombres posando frente a un fondo amarillo con un logotipo difuminado.
POLÍTICA

El baño de realidad de la CUP: del 'no a todo' a copiar a Orriols

Los antisistema se atrincheran en la política municipal para intentar revertir su decadencia

A pesar de que no fue por gusto, la CUP fue el primer partido que asumió el colapso procesista. Incluso antes de las últimas elecciones autonómicas, la CUP ya tenía en marcha el Procés Garbí. La razón para adelantarse a las renovaciones de Junts y ERC fue tan prosaica como que la CUP venía de sumar más fracasos electorales.

Al margen de la grandilocuencia habitual de la CUP, la conclusión del Garbí fue igualmente prosaica: la CUP debía ser un partido más normal. Es decir, los antisistema admitían que su partido se había perdido en una jungla de maximalismos políticos y barroquismos lingüísticos. De hecho, una de las conclusiones fue tener una comunicación más accesible y ajustada a las redes, algo que han puesto tímidamente en marcha.

Los otros dos puntales de la catarsis interna fueron i) tejer alianzas con otros partidos, y ii) hacer cambios orgánicos que minimizaran la legendaria lentitud interna de la CUP. Esto último se tradujo en crear por primera vez una secretaría general, que preside Non Casadevall. Y, en el apartado de las alianzas con otros partidos, la CUP ya se ha prestado a aprobar varios presupuestos municipales por Cataluña.

Dos personas en una conferencia de prensa al aire libre con un micrófono y un cartel que dice

Al final, todo esto se traduce en tener una estrategia mucho más realista y apegada a las necesidades reales de los votantes. Como era de esperar, este tránsito no está exento de hipocresía. Los ejemplos más claros de este tránsito los hemos visto en la política municipal, más concretamente, en Gerona y Berga, que es donde mantienen alcaldías.

Desde estos consistorios, la CUP ha pasado de un ‘no a todo’ radical a asumir las tesis de la derecha. De este modo, hemos visto al alcalde de Berga pidiendo endurecer el código penal, o al alcalde de Gerona fiscalizando el padrón. Mientras tanto, la CUP nacional guarda silencio y continúa con la habitual retórica woke, hasta el punto de aplaudir los disturbios de Salt.

En Gerona se ponen la corbata

Tal y como ayer se informaba, la ciudad de Gerona, gobernada por el cupaire Lluc Salellas, había endurecido los controles del padrón municipal. Esto se tradujo en un aumento del 718% en el número de casos de padrón fraudulento en la ciudad. De la misma manera, las autoridades municipales aceptaban la evidencia de que muchos de estos fraudes los protagonizan inmigrantes que buscan asistencia social.

Para cualquiera que haya seguido la actualidad política catalana, esto es de una gran hipocresía. Hasta hace pocos meses, la CUP cargaban con todo contra Sílvia Orriols por hacer exactamente lo mismo que ha hecho Salellas en Gerona. Es decir, revisar la legalidad de los padrones a través del control policial en el domicilio referido por el solicitante.

Y, antes de esto, en Gerona también han vivido unos episodios de vandalismo contra un centro cívico y la policía municipal. En lugar de la habitual retórica pro-disturbios, el alcalde Salellas condenó los hechos y anunció que el Ayuntamiento se personará en el correspondiente proceso judicial. “Asaltar un equipamiento público y social que da servicio a los barrios de Gerona es intolerable”, dijo Salellas a través de redes:

Una estrategia contra el naufragio

Pero este es solo un ejemplo más del cambio de discurso de la CUP cuando tocan poder y gestión reales. En la ciudad de Berga, por ejemplo, otro feudo histórico de la CUP, han tenido que dar la voz de alarma ante el auge descontrolado de la multirreincidencia. El alcalde de la ciudad, Ivan Sànchez, también se sumó a las voces que pedían cambios legislativos contra la multirreincidencia.

“Necesitamos que cambien las leyes para poder actuar de otra manera con las personas que reinciden sistemáticamente. Estoy a favor de mantenerles los derechos, pero también de una revisión de las leyes”, dijo el alcalde de Berga el pasado septiembre.

Una mujer de pie hablando en un micrófono en un entorno formal con varias personas sentadas detrás de ella.

Y en las ciudades en las que no gobiernan, la CUP se ha prestado a aprobar presupuestos municipales, como ocurrió en Vilafranca del Penedès. Como es habitual en estos casos, la fuerza débil (la CUP) justificó su apoyo en nombre de la utilidad social de los presupuestos. Más en particular, de la temática social que sea más candente en el momento, como puede ser la vivienda.

Este cambio de estrategia pone a la CUP en la estela de partidos como Aliança Catalana o Vox, que se han orientado hacia las próximas elecciones municipales. En este sentido, la política municipal, mucho más cercana a las necesidades reales, permite este tipo de lavados de cara. La gran duda es si el votante todavía arrastrará en 2027 el desengaño de toda la década procesista.

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