Coche de policía
POLÍTICA

Una pelea multitudinaria pone en evidencia el problema de la okupación en Cataluña

El fenómeno de la okupación es mínimo en las estadísticas, pero sus efectos en términos de degradación son enormes

Montcada i Reixac ha sido escenario de un nuevo episodio de violencia que refleja las consecuencias más graves de la okupación ilegal. El pasado domingo, una disputa entre varios clanes que residen en un bloque ocupado derivó en una pelea multitudinaria en plena calle. Vecinos armados con palos y cadenas intentaron expulsar a las familias de los bajos tras un nuevo intento de ocupación de un local. Esto desembocó en escenas de tensión que obligaron a los Mossos d’Esquadra y a la Policía Local a desplegar un dispositivo urgente.

El problmea es que no es un incidente aislado, es peor: es un patrón. Apenas 48 horas antes, el mismo edificio había sido escenario de otra pelea masiva, con uso de cuchillos y amenazas a residentes. En esa ocasión, el detonante fue una fuga de agua provocada por la tentativa de okupar otro inmueble.

Los vecinos, que afirman vivir con miedo constante, describen un deterioro progresivo de la convivencia desde que la okupación se instaló en el bloque. Se suman robos, amenazas y episodios de violencia que recuerdan a un tiroteo ocurrido en 2020 en la misma finca. Pero es que, peor aún, recuerda a otra noticia de la semana pasada: unos vecinos de Gerona que han decidido abandonar su hogar por culpa de la okupación.

Zonas de confort criminal

El caso de Montcada ilustra lo que varios criminólogos denominan “zonas de confort criminal”: espacios donde la impunidad permite que se acumulen delitos y conflictos. Aunque las estadísticas señalan que, efectivamente, la okupación representa un porcentaje reducido del total de delitos, sus efectos cualitativos sobre la seguridad son muy elevados. La tolerancia política y la impunidad acaban consolidando áreas en las que florecen otras actividades ilícitas (tráfico de drogas, prostitución, peleas, etc).

Varios Mossos de espaldas mirando hacia las casas okupadas La Ruïna y Kubo de la Bonanova con mucho humo en el aire

En Cataluña, el fenómeno se alimenta también de la conexión entre okupación y empadronamientos fraudulentos. Hay casos en los que okupas logran inscribirse en el padrón municipal sin contrato ni permiso del propietario. Este marco crea lo que alcaldes como Marc Buch definen como “un coladero de inseguridad”. Y el coladero está en pleno funcionamiento.

Una problemática extendida en Cataluña

Montcada no es el único municipio afectado. En Terrassa, hace apenas unos días, un incendio en una casa ocupada terminó en pelea entre los propios okupas, dejando el inmueble inhabitable. En Barcelona, colectivos vecinales como femGòtic se han organizado para frenar una oleada de okupaciones que se transforman en narcopisos y degradan la convivencia.

Incendio en un edificio de varios pisos con bomberos y un camión de bomberos trabajando en la calle

En términos globales, Cataluña lidera las cifras nacionales en materia de allanamientos y usurpaciones con el 72% de las detenciones. La media está en 23 casos diarios a fecha de 2023. Parte de estos incidentes está vinculada a redes de inmigración irregular y delincuencia organizada, lo que agrava la percepción de inseguridad.

Vecinos y alcaldes (la realidad municipal) reclaman cambios legislativos que devuelvan capacidad de actuación a la policía y protejan a los propietarios. Mientras tanto, la realidad que se repite en barrios como Mas Rampinyo, el Gòtic o el Camí de Castellar es la misma. La okupación no solo implica un conflicto por la propiedad, sino la creación de entornos donde la criminalidad se asienta y se expande.

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