Una mujer de pie hablando en un micrófono en un entorno formal con varias personas sentadas detrás de ella.
POLÍTICA

Las encuestas disparan los nervios en ERC: Sílvia Orriols, el enemigo a batir

Aliança Catalana puede hacer mucho daño al procesismo a través de los ayuntamientos y la política municipal

El tablero político catalán ha entrado en una fase de tensión anticipada a pesar de que todavía hay margen hasta las elecciones municipales y autonómicas. Los partidos indepes miran con preocupación unas encuestas que confirman el crecimiento de Sílvia Orriols. La fuerza surgida Ripoll se consolida así como la gran amenaza en un ecosistema procesista muy debilitado.

ERC ya se huele la sangría en los ayuntamientos

Desde ERC, el mensaje es claro y sin sorpresas: Orriols no solo es un rival electoral, sino un peligro para el proyecto nacional catalán. En las jornadas de la Universitat Catalana de Verano, Joan Plana, junquerista de estricta observancia, decía que AC conecta con la "internacional reaccionaria". Así mismo, adelantaba que no se puede blanquear a Sílvia Orriols ni con pactos ni con acuerdos tácticos.

Dos personas de pie al aire libre con expresiones serias.

La consigna, en fin, es no dar a AC ninguna oportunidad de ganar presencia institucional. Estas declaraciones no van más allá de la clásica 'estrategia del miedo' que la izquierda internacional ha usado durante los últimos años. ERC en particular, por ejemplo, lleva usando a Orriols como contraste cuando AC no tenía ni representación parlamentaria.

Como le ocurre a Junts, ERC sabe que AC les puede hacer daño a nivel municipal, que es donde de verdad se dirime la política catalana. Y la razón es muy simple: los efectos del descontrol migratorio se viven fundamentalmente a nivel municipal. Además, AC tiene mucho recorrido en las zonas rurales y tradicionalmente nacionalistas.

Un terremoto para el procesismo

Las encuestas que circulan en las sedes de los partidos son demoledoras. Según sondeos internos que desveló El Confidencial, AC podría llegar a 15 diputados en el Parlament, acercándose mucho a Junts. El efecto sería un seísmo político y confirmaría que el procesismo todavía tenía más margen para colapsar. Además, hay que destacar que estos sondeos llegan cuando todavía quedan tres años para las autonómicas.

Dos hombres de pie, ambos con trajes oscuros y camisas blancas, posan frente a una pared clara.

El gran damnificado del auge de Sílvia Orriols sería Carles Puigdemont. Su figura, bloqueada por el debate de la amnistía, no logra recuperar la confianza del electorado más descontento. Ese voto migra ahora a Orriols, que ofrece un relato alternativo sin arrastrar el desgaste de la década procesista. Junts queda atrapado entre la necesidad de diferenciarse y el miedo a perder lo poco que le queda de centralidad.

Para ERC, la amenaza es más sistémica. Por un lado, se enfrentan a la pérdida de poder municipal en feudos donde siempre dominaron. Por otro, el riesgo de que la agenda de Aliança Catalana arrastre el debate público hacia posiciones que los republicanos no saben manejar. No por casualidad, figuras como Gabriel Rufián ya piden hablar explícitamente de inseguridad y degradación vecinal.

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