Primer plano de Carles Puigdemont con la mano en la frente y cara de preocupación
POLÍTICA

Junts per Catalunya, atrapado en sus propios complejos

Los de Puigdemont intentan frenar la fuga de votos hacia AC a la vez que refuerzan su presencia en el bloque progresista

"No vuelvan a poner en duda nuestra alma social. El alma social de Junts no se discute. Ni derechas ni puñetas. Junts somos el centro del centro, estamos al centro del centro. La derecha española está a las antípodas de nuestra alma social y de nuestros objetivos políticos. Que quede claro. PP y Junts se parecen como un huevo a una castaña. Situar a Junts cerca de los populares es puro trumpismo".

Estas son las palabras que pronunció el juntaire Eduard Pujol el pasado martes en el Senado. Unas palabras que evidencian ya no solo la vuelta del partido de Puigdemont al bloque de Pedro Sánchez, sino también los enormes complejos a los que siguen atrapados en Junts per Cataluña.

Plano medio de Carles Puigdemont con cara de circunstancias saludando con el brazo derecho levantado

Junts y sus complejos

En la política catalana (también en el resto de España, pero especialmente en Cataluña) existe desde hace años el mantra que ser de izquierdas es bueno y ser de derechas, malo. Un mantra que, lógicamente, siempre han defendido los progresistas. Pero que el procesismo en su día se hizo suyo, hasta el punto que Junts o la ANC acabaron comprando el relato.

La corrupción que acabó con Convergència empujó a sus herederos a querer distanciarse del estigma de su pasado. Se compraron el disfraz de izquierdas y se lo acabaron creyendo. A pesar de contar con históricos convergentes como Turull, Rull o Puigdemont, incorporaron a perfiles más progres como Aurora Madaula o Laura Borràs.

Y el delirio llegó hasta el punto que acabaron impulsando medidas o ideas que bien podrían impulsar la CUP o Podemos. Desde subir el impuesto de sucesiones en plena pandemia mientras moría gente a puñados, hasta defender políticas proinmigracionistas, reivindicando el "queremos acoger" y queriendo cerrar los Centros de Internamiento de Extranjeros. Era esos años de esplendor y gloria del internacional procesismo en los que la CUP dirigía y condicionaba prácticamente toda la política catalana.

Miembro de Junts per Catalunya, con Laura Borràs en el centro junto a Elsa Artadi, Jaume Alonso Cuevillas y Francesc de Dalmases, sujetando una pancartada pidiendo el cierre del cie

Los años han pasado y las cosas han cambiado. No mucho, ciertamente. Eso sí, la aparición de Aliança Catalana y el terreno que cada vez más le está ganado el partido de Sílvia Orriols, ha obligado a Junts a guiñar el ojo al electorado de centro-derecha que había dejado de lado en los años álgidos del proces. De ahí que en los últimos meses hayan pedido eliminar el impuesto de sucesiones (sí, el mismo que ellos subieron hace poco), aumentar las penas a los multirreincidentes o preocuparse por el exceso de regulaciones.

Vuelta al bloque progresista

Sin embargo, aquello que dicen de que "la cabra tira pa'l monte", se puede aplicar perfectamente en Junts. Más allá de volver a guiñar el ojo a la centro-derecha para intentar frenar la fuga de votos hacia Aliança Catalana, tras tantos años usando el disfraz de progre, ahora parece que ya no se lo pueden quitar. O quizás no se lo quieran quitar. Porque, otra vez, como lleva sucediendo desde su nacimiento, los complejos juntaires vuelven a aflorar.

Montaje con un plano medio cort de Carles Puigdemont y otro de Pedro Sánchez, uno mirando hacia arriba y otro mirando al suelo con cara de preocupación

Dicen que ellos no forman parte de ningún bloque, pero rechazan (por lo menos en público) cualquier entendimiento o acercamiento con el Partido Popular. Incluso atacan de trumpista al que lo insinúe. También aseguran que no quieren ni oír hablar de una posible moción de censura con el PP y Vox para echar a Pedro Sánchez de Moncloa.

En política, es fácil llegar a la conclusión de que, si tú te quieres situar en el centro es porque quieres tener la capacidad para pactar de lado a lado. Pero si tú mismo cierras una opción, acabas condenándote a llegar acuerdos con la otra opción. Y aquí es donde se encuentra Junts. Saben que un acercamiento con la derecha en España puede llegar a perjudicarles electoralmente, por lo tanto descartan pactar una moción con el PP y Vox.

Pero esto les ata todavía más a un Pedro Sánchez, tal y como se puede comprobar en el Congreso. Y es que, van pasando los meses y, a pesar de las amenazas de los de Puigdemont, hubo acuerdo para la Mesa, hubo acuerdo para la investidura, se han aprobado algunos de los principales decretos... y previsiblemente el próximo acuerdo será para los presupuestos. Todo ello, eso sí, haciendo ver que ellos sí que negocian mejor que ERC (algo que, en cierto modo, es bastante objetivo). Porque, no olvidemos, Junts sigue atrapado en sus complejos. Y otro de ellos es que tienen que ser mejores que los republicanos.

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