Dos hombres de pie, ambos con trajes oscuros y camisas blancas, posan frente a una pared clara.
POLÍTICA

La amnistía de Junqueras y Puigdemont vuelve a encallar y alarga la agonía procesista

ERC y Junts han ligado su resurgimiento al futuro de sus dos líderes

La ley de amnistía es el compás silencioso de esta legislatura y también del postprocesismo. La existencia del 'Gobierno Frankenstein' responde en buena medida a la cesión de la amnistía por parte del PSOE. Ahora bien, desde el principio quedó clara una cosa: el via crucis judicial iba a ser largo, y eso solo beneficiaba al PSOE.

Como un efecto dominó, la ley de amnistía tiene que ir pasando fases. Ahora nos encontramos en la penúltima fase, es decir, que el Tribunal Constitucional se pronuncie. En realidad, todos dan por descontado que el Constitucional aceptará la ley de amnistía. Será entonces cuando empiece la última fase.

Después del Constitucional, será el turno de la justicia europea. Y es ahí donde reaparece el Tribunal Supremo español ¿Por qué? Porque el Supremo ya avisó de que presentará un recurso a Europa en caso de que el Constitucional avale la amnistía. En consecuencia, hasta que no se pronuncie Europa, la amnistía seguirá flotando en el aire.

Primer plano de Carles Puigdemont visiblemente preocupado

De hecho, el Supremo ya tiene cerrada la argumentación que presentará a Europa. El referéndum del 1-O - razona la sala de lo penal - fue un desfalco financiero que afectó a los intereses económicos de la Unión Europea. Esta fue la tesis que los fiscales redactaron poco después de la aprobación de la ley y que los magistrados hicieron suya.

La falta de estrategia del procesismo

Todo este camino de obstáculos tiene un problema básico y fundamental para los líderes procesistas: el tiempo. Y es que las previsiones apuntan a que, en el mejor de los casos, la justicia europea se pronunciará alrededor del año 2028. Es decir, cuando ya hayan pasado las elecciones municipales, generales y autonómicas del 2027.

Es aquí cuando se hacen patentes dos cosas que ni el procesismo ni la prensa subvencionada dijeron en público. La primera es que estos plazos tan dilatados convierten al procesismo en rehén del PSOE. Porque, al fin y al cabo, no hay que perder el horizonte político básico, es decir, el poder. Sánchez está en Moncloa, Illa ha desarmado la mayoría indepe y el Ayuntamiento de Barcelona también es socialista.

El segundo hecho que queda evidenciado es que la amnistía tenía una intención esencialmente personalista. En términos políticos, esta dilación judicial inutiliza, tanto de facto como de iure, a Junqueras y a Puigdemont. Mientras tanto, ni Junts ni ERC pueden reorganizarse de manera proporcional al colapso procesista.

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, interviene durante un mitin de su partido, en el Teatre Sagarra, a 30 de abril de 2024, en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, Catalunya (España)

Colapso por fascículos

Y ahí están los resultados. Puigdemont, que es un líder por delegación, no puede evitar que Orriols le robe siete diputados. Por su parte, también resulta evidente que ERC es una comparsa del Govern del PSC, que además replica la situación de Madrid. Es decir, los socialistas en el poder a cambio de concesiones muy aguadas (Rodalies, inmigración, financiación singular, catalán en Europa, etc.).

Todo esto sería secundario, incluso anecdótico, si no fuera porque el procesismo ha fiado su futuro a Puigdemont y a Junqueras. No ha habido renovación de discurso, no ha habido renovación de líderes. Lo único que hay son dos líderes que usan la plataforma de sus respectivos partidos para resolver sus situaciones personales.

Finalmente, estos plazos judiciales son garantía de que el PSOE podrá aguantar toda la legislatura (a menos que la corrupción sea insostenible). Por lo demás, ninguno de los miembros de ‘Frankenstein’ se puede permitir un adelanto electoral. Y menos todavía el procesismo, que se ha llevado muy mal con las últimas elecciones.

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