
Vuelta al 2008: promesas imposibles y el despegue de carreras políticas
El problema inmobiliario es el caldo de cultivo perfecto para que resurjan los populismos de izquierdas
Por mucha tensión social que se acumule, el problema de la vivienda no se resolverá con manifestaciones. La solución solo pasa por un aumento drástico de la oferta y, si se pudiera, por un control de la demanda. La idea de que los “especuladores” han secuestrado al mercado es falsa por la simple razón de que la mayoría de la oferta está en manos de particulares. Es decir, no hay nadie con el suficiente poder de mercado para adulterar el precio.
Ahora bien, que el problema inmobiliario no tenga solución a corto plazo para los ciudadanos no significa que no tenga solución para los aspirantes a políticos. De hecho, este es el mejor momento para que despunten nuevas figuras de izquierdas. El contexto es perfecto: capitalizar el descontento social a través de grandes reivindicaciones. Tenemos un precedente muy claro con la crisis hipotecaria del 2008, el 15M y Ada Colau.
Auge y caída de las súper estrellas de la reivindicación
En 2008, el problema tenía un disfraz inmobiliario, pero la causa era otra muy distinta. Las facilidades de crédito inflaron una burbuja inmobiliaria de hipotecas, es decir, de compraventa. Con el estallido de la burbuja, los precios cayeron a su valor real, en armonía con una contracción del empleo y la economía general. Esto dejó a mucha gente sin trabajo y pagando un activo (hipoteca) que estaba sobrevalorado.

En este contexto se gestó un clima de descontento que la izquierda capitalizó con eficacia. Todos recordarán la época del 15M, la PAH, Ada Colau y las promesas imposibles. Y también muchos recordarán que fue la época dorada de Colau y Podemos, hasta el punto de que Colau se hizo con la alcaldía de Barcelona. A partir de aquí, se siguió un proceso de auge y caída de estas opciones políticas, y que dura hasta hoy.
Mientras tanto, se fue cebando una segunda versión de la crisis inmobiliaria, que es en la que estamos ahora, y bajo la forma de los alquileres. Y es que, mientras despegaban las carreras de figuras como Colau, se gestaba la actual situación inmobiliaria. Es decir, un ahogamiento de la oferta que ahora ya no tiene solución inmediata.
Y si en 2008 hubo una retórica propia y diferenciada, ahora también la hay. Casi cada día escuchamos expresiones como “grandes tenedores”, “especuladores”, “fondos buitre”, “parque secuestrado”, “pisos turísticos”, etc. Del mismo modo, no faltan las medidas extraordinarias: expropiar viviendas, prohibir ciertos usos (el rentismo en cualquiera de sus formas), contratos vitalicios por ley o huelgas de alquileres:
La lógica de las actuales reivindicaciones viene a decir que el mercado no está tensionado, sino mal repartido. De este modo, la solución pasaría por un gigantesco despliegue intervencionista por parte del poder político. Es decir, el ambiente que permite inflar los discursos partidistas, la confrontación y los liderazgos personalistas.
Primeras tensiones en el movimiento
Con respecto al 2008, cambian los nombres y los personajes, pero se mantiene en discurso. Ahora los protagonistas son los sindicatos de la vivienda, que recogen el clamor y los discursos reivindicativos. En el caso de Cataluña, los sindicatos de vivienda se dividen en dos: los de inspiración radical-socialista, como el Sindicato de Vivienda Socialista, y los de inspiración al estilo Comuns, como el Sindicato de Inquilinas.
Y el algodón no engaña: cuando aparecen las primeras divisiones dentro de la izquierda es que el problema siempre fue político. Y ayer mismo era noticia que desde el sector socialista ya dejaban caer que los “sindicatos no seremos el trampolín de ninguna nueva Ada Colau”. La referencia va directamente a Carme Arcazaro, portavoz del Sindicato de Inquilinas, a la que ya muchos llaman “la próxima Ada Colau”.

Y es que, ciertamente, el paralelismo con la carrera de Colau es claro. Alguien del mundo del activismo que consigue mucha visibilidad gracias a un problema social. Al mismo tiempo, Arcarazo, ya empieza a tener la suficiente fuerza como para hacerle el marcaje al Govern, al PSOE y a La Caixa:
Como es evidente, la fuerza de este discurso solo se explica por intereses de movilización y publicidad. Como pasaba en 2008, muchas de las promesas que ahora se hacen son irrealizables por alguna u otra razón. Desde que se viola el derecho comunitario (limitar permisos de residencia) hasta que no existen mayorías para el alcance de ciertas medidas, y pasando por errores de análisis.
Un análisis desviado
Entre los errores de diagnóstica están, por ejemplo, que los famosos “fondos buitres” controlan el mercado, pero lo cierto es que solo tiene un 3,5% del parque. Pero es que también se olvida que muchos "pisos vacíos" están en zonas sin demanda (segundas residencias del boom inmobiliario). Pero, sin duda, lo más destacado es que se olvida que la escasez de oferta está vinculada al crecimiento demográfico derivado de la inmigración.
Con profundo realismo, el Informe Económico del BdE del año 2023 decía que “el crecimiento demográfico experimentado desde 2016 es un factor fundamental para explicar el aumento de la demanda de vivienda residencial tanto en régimen de alquiler como de propiedad”. El Banco de España no tenía ninguna duda. "Existe una fuerte correlación positiva entre el crecimiento de la población y el avance de los precios de compra y de alquiler"
De hecho, el BdE no se permitía el optimismo con este problema. “La magnitud del problema diagnosticado hace difícil vislumbrar que actuaciones aisladas de corto plazo puedan tener el alcance suficiente para reducir de forma significativa las actuales dificultades de acceso a la vivienda”.
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