
Crece el mal rollo entre los sindicatos de la vivienda en Cataluña
El sindicato afín a la CUP dice que ‘los sindicatos no seremos el trampolín electoral de una nueva Ada Colau’
Para la izquierda, el problema de la vivienda es un problema más político que económico. Su principal interés es capitalizar un descontento social que va a ritmo de convertirse en el gran eje de la política catalana. Y como la historia no se repite, pero sí rima, ahora asistimos a lo que ya vivimos en los años posteriores a la crisis del 2008.
Después de la crisis del 2008, diferentes organizaciones sindicales de tendencia progresista capitalizaron el problema hipotecario. Era la época de la Colau activista, de la famosa “dación en pago” y, en definitiva, de la gestación del 15M. Es decir, una época de problemas económicos que la izquierda rentabiliza para impulsar carreras que, a la larga, se diluyen en sus promesas.
Y, por ahora, la situación se presenta muy parecida. El problema inmobiliario ha pasado de las hipotecas (crédito) al alquiler, y los sindicatos de vivienda piden medidas maximalistas. Entre estas, destacan la expropiación, la limitación de precios por decreto e incluso una huelga de alquileres. Lo que tampoco falta es la clásica división interna de la izquierda.

Dos sindicatos, dos discursos
Pero a falta de concretar todas estas medidas, los diferentes sindicatos de vivienda ya han empezado a lanzarse sus dardos. Dentro del movimiento hay dos sectores. El primero es el Sindicat de Llogateres, más afín a los Comuns, y el segundo es el Sindicato de Vivienda Socialista, en la órbita de la CUP.
Y, como todo el mundo ve claro, la líder del primer sindicato, Carme Arcarazo, hace méritos para ser la nueva Ada Colau. Esto ya abre una brecha entre ambos sectores. La portavoz del Sindicato Socialista, Marina Parés, lanzó este fin de semana el primer dardo: “los sindicatos no seremos el trampolín electoral de una nueva Ada Colau”:
El sindicato más afín a la CUP no está en estos momentos interesado en promocionar liderazgos particulares. Por el contrario, su interés está en poner en circulación un ambiente ideológico en torno a la idea de que “la vivienda no es un negocio”. Esto explica que otro de los eslóganes que defendieron este sábado fue que “la lucha por la vivienda es la lucha por el socialismo”.
Por ahora, el problema inmobiliario no ha hecho más que aterrizar. Paralelo a estas protestas y divisiones internas, el Govern ha puesto en marcha un plan muy ambicioso de vivienda pública. Pero lo cierto es que, por el momento, el intervencionismo en el mercado solo ha retirado más oferta.
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