
Violencia política en Cataluña: atacan una carpa de Vox al grito de 'fascistas'
Esta misma semana, Ignacio Garriga fue increpado mientras paseaba con su familia
Un nuevo episodio de violencia política ha sacudido Cataluña. Este martes, un grupo de radicales atacó una carpa informativa de Vox instalada en el distrito barcelonés de Ciutat Vella. Los agresores irrumpieron en el espacio, destrozaron el material y profirieron insultos contra los militantes de la formación, a los que llamaron “fascistas”.
El partido denunció los hechos a través de sus redes sociales, donde aseguró que “la violencia siempre viene del mismo lado” y lanzó un mensaje a los responsables. “No vamos a rendir ni un solo barrio de nuestra Nación”. Según Vox, el suceso se enmarca en un contexto de hostigamiento reiterado en Cataluña, donde sus carpas informativas han sido objeto de agresiones similares.
Además del daño material, la formación denuncia un clima de intimidación que busca expulsar a Vox del espacio público. Desde la dirección autonómica subrayan que su presencia en barrios populares responde a una estrategia política clara. Es decir, visibilizar problemas como la inseguridad, la saturación migratoria o la degradación del espacio urbano.

Garriga, increpado en la Mercè: un clima de tensión creciente
El ataque en Ciutat Vella no es un hecho aislado. Apenas unos días antes, el propio Ignacio Garriga denunció haber sido víctima de un nuevo episodio de violencia política. Según explicó en redes sociales, durante las fiestas de la Mercè fue increpado por varios individuos.
El dirigente relató que los insultos se produjeron delante de sus hijos, lo que consideró especialmente grave. Garriga recalcó que “cada insulto y amenaza nos refuerza en nuestra lucha por reconquistarlo todo”. El líder de Vox prometió “ganar” a quienes recurren al acoso y a la intimidación en el ámbito político.
Normalización de la violencia política
El caso de Garriga refleja una dinámica más amplia. Y es que, en el último año, Vox y también Aliança Catalana han denunciado un incremento de las agresiones. Ambos partidos, situados en los márgenes del actual consenso político catalán, denuncian que su ascenso en las encuestas ha despertado mucha hostilidad.
Los episodios de Ciutat Vella y de la Mercè ponen de relieve un fenómeno heredado de la década procesista: la normalización del acoso político. A nadie se le escapa que en Cataluña ha sido habitual el hostigamiento a los que estaban fuera del consenso procesista. Todo ello sin perjuicio de que los ejecutores del acoso fuera la división antisistema del procesismo, tolerada por el propio procesismo.
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