
La trampa del padrón universal y sus consecuencias: la lección de Calella
La localidad acoge 1.300 operarios de las obras del Camp Nou, la mayoría del norte de Àfrica y Europa del este
En las últimas horas se han viralizadolas imágenes de trabajadores de las obras del Camp Nou enzarzados en una pelea monumental en el hotel donde están alojados. Ha ocurrido en Calella, donde el alcalde Marc Buch se ha negado a empadronar a 200 de los 1.300 operarios que acoge la localidad. Ahora están saliendo a la luz los problemas de convivencia que genera su presencia en los hoteles Esplai y Bon Repòs.

Según una información de El Caso, desde marzo de 2024 la policía ha registrado más de 25 actuaciones por peleas, hurtos y desórdenes públicos. Lo más grave, una denuncia por acoso sexual a una trabajadora, y un robo con violencia en una cafetería.
La empresa turca Limak, que realiza los trabajos de renovación del Camp Nou, pidió al alcalde de la localidad que facilitara el padrón a los trabajadores extracomunitarios (gitanos, armenios y kosovares). La mayoría de sus trabajadores son del norte de Àfrica o de Europa del este. El alcalde argumentó que estas personas ya tienen un visado que les garantiza la cobertura médica.
Seguridad y servicios públicos
Marc Buch lleva tiempo reivindicando una observancia más estricta del padrón por razones de seguridad y sostenibilidad de los servicios públicos. Las imágenes de la batalla campal en el balcón de un hotel da la razón al alcalde. Quienes sufren las consecuencias son los vecinos.
De hecho, la propia empresa reconoce que hay problemas de inseguridad e incivismo derivado del "choque entre diferentes países y culturas". Sin ir más lejos, también se viralizaron varios vídeos de peleas entre trabajadores dentro de las obras del Camp Nou. El último incidente ha ocurrido en Calella, una localidad muy tensionada por la alta concentración migratoria y los problemas de inseguridad.
El alcalde teme que el empadronamiento de estas 200 personas abra la puerta al registro de los 1.300 que hay en el municipio. Esto llevaría los servicios públicos del municipio al borde del colapso, según el ayuntamiento. El caso de Calella refleja la trampa del padrón universal.
Marc Buch frente al buenismo
Entidades sociales y partidos de la izquierda promovieron recientemente en el Parlament un pacto nacional del empadronamiento. Quieren obligar a los ayuntamientos a empadronar por ley aunque los solicitantes no cumplan los requisitos. Argumentan que el padrón es la puerta de entrada a los servicios públicos, y negarlo implica alinearse con la extrema derecha.
Los incidentes de Calella han puesto en evidencia la distancia entre el relato buenista y la realidad, que a menudo sufre el ciudadanos de a pie. Demuestra que el padrón universal condena a los ayuntamientos a más descontrol en la seguridad y la gestión de los servicios. Revela que la posición de Marc Buch, pese a la demonización, obedece al sentido común.
Un ejemplo del buenismo es Calella En Comú, que ha acusado al alcalde de Calella de "resistencia tradicional a empadronar ciudadanos extranjeros". Los Comuns dice que "tienen que ser empadronados con independencia de donde vivan, ya sea en una cueva o en una cabana". Además, dice que un hotel es una "residencia colectiva" donde se puede empadronar sin problemas.
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