
Tres de cada cuatro yihadistas radicalizados en España tienen menos de 30 años
La Policía detuvo este lunes a dos islamistas de 24 y 26 en Vallfogona de Balaguer (Lérida)
Un dato conocido recientemente causó preocupación en Cataluña: de los detenidos por yihadismo en el Estado español, uno de cada tres es en territorio catalán. A eso se añade ahora otra realidad preocupante: según datos del Ministerio del Interior, el 25% de los islamistas detenidos en el Estado español en 2024 eran menores de edad.
El año pasado fue un claro punto de inflexión en este sentido. En 2024 hubo un aumento del 15% en la estadística, y se detuvo a más menores yihadistas que en los siete años anteriores. Esto ha encendido todas las alarmas en la policía y los servicios de inteligencia españoles.

Los expertos confirman que ha habido un rejuvenecimiento de la yihad en España, ya que los islamistas son cada vez más jóvenes. La problemática ha vuelto a manifestarse con la detención en Vallfogona de Balaguer, Lérida, de dos jóvenes radicalizados. Aunque no eran menores, uno tenía 24 años y el otro 26.
Estrategia de adaptación
Según el Cuerpo Nacional de Policía, uno de los detenidos presentaba un alto nivel de radicalización y accedía a contenido islamista de forma asidua. Creen que ejercía labores de captación, adoctrinamiento y autocapacitación para la comisión de atentados terroristas. Los investigadores descubrieron sus intenciones de desplazarse a zona de conflicto.
No es un caso aislado, sino de una tendencia cada vez más general: según el Real Instituto Elcano, más del 70% de los yihadistas tiene menos de treinta años en el momento de su radicalización. Además, el número de menores se ha incrementado sensiblemente. Los menores de 18 años radicalizados han pasado del 10% al 25% en los últimos cinco años.
Ante esta realidad, los servicios de inteligencia han empezado a analizar el fenómeno para entenderlo y combatirlo con más eficacia. Es aquí cuando surge la pregunta de por qué los radicalizados son cada vez más jóvenes.
Los expertos han bautizado este fenómeno como “el yihadismo de Tik Tok”, por la influencia de internet y las redes sociales en el proceso de radicalización. Forma parte de las nuevas estrategias de grupos como Daesh, Al Qaeda o Boko Haram para extender su influencia y adaptarse a la nueva realidad. En este sentido, los jóvenes son más fáciles de influenciar y tienen menos arraigo y apego familiar a la hora de cometer atentados.
De las mezquitas a las redes sociales
El fenómeno de los jóvenes radicalizados a través de internet es ya la principal preocupación de las policías europeas. Se trata de jóvenes, muchos de ellos menores, que pasan horas y horas consumiendo propaganda yihadista a través de internet. Esta es una propaganda cada vez más sofisticada, ahora además con las innovaciones de la Inteligencia Artificial, y con mensajes cada vez más radicales contra los infieles (población no musulmana).
En muchos casos no se limitan a consumir y difundir propaganda, sino que participan de forma activa en la preparación de actividades terroristas. Como el caso de un menor de 17 años detenido el año pasado en Montellano (Sevilla), que estaba ensayando una bomba con un explosivo casero conocido como ‘la madre de Satalán’. Es el mismo compuesto que se utilizó en la casa de Alcanar donde murió el imán de Ripoll, cerebro de los atentados de las Ramblas.
Los expertos advierten de la peligrosidad de un enemigo que se está adaptando de forma extraordinariamente rápida a la nueva realidad. El aumento de la actividad policial asociada al repunte de la actividad yihadista ha obligado a las organizaciones terroristas a adaptar sus estrategias. Por eso han cambiado las mezquitas y el entorno familiar por las redes sociales como medio de radicalización de los menores y los jóvenes.
Una amenaza real
La presión ejercida por la policía en las mezquitas y los entornos radicales ha llevado a los islamistas a abandonar paulatinamente estos espacios. Han encontrado en las redes sociales y en los jóvenes un filón donde multiplicar su influencia fuera del radar de las autoridades. Pero esto les hace al mismo tiempo más peligrosos, por el peligro que supone este tipo de mensajes en manos de jóvenes desorientados y más desinhibidos.
En el octavo aniversario de los atentados de las Ramblas se demuestra que la amenaza no solo no ha desaparecido, sino que ha crecido. La policía se enfrenta a un aumento de la actividad yihadista y a nuevas formas con más peligrosidad. Esta realidad obliga a tomarse en serio este problema, y a afrontarlo sin atajos ni complejos.
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