
Sánchez se prepara para gobernar sin presupuestos y ERC y Junts se frotan las manos
El procesismo quiere un Gobierno débil, pero al mismo tiempo no tiene más remedio que mantenerlo con vida
Pedro Sánchez ha arrancado este curso político dejando claro que no tendrá Presupuestos. En su primera entrevista del curso, el presidente defiende que seguirá con su hoja de ruta y que unas elecciones solo paralizarían al país. Esta postura convierte a ERC y Junts en dos beneficiados de un Ejecutivo que se debilita sin romperse.
Con el juego corto que le caracteriza, Sánchez se prepara para gestionar el día a día con los recursos actuales, priorizando los fondos europeos y los compromisos ya en marcha. La estrategia es mantener un Gobierno operativo, aunque limitado, mientras evita la confrontación directa con sus socios independentistas.

Un Gobierno débil, útil para el procesismo
Desde que el 'sanchismo' marca el compás, ERC y Junts han aprendido a medir sus movimientos. No buscan tumbar al Ejecutivo "español", sino aprovechar su fragilidad para presionar en cada negociación particular. La no aprobación de los Presupuestos, por ejemplo, permite al bloque procesista marcar la agenda sin asumir responsabilidades plenas.
Junts, por ejemplo, se ha abstenido recientemente en la votación sobre la comparecencia de Sánchez en el Congreso. Un gesto calculado que evita un conflicto abierto y mantiene la tensión controlada. ERC, por su parte, sigue presionando por la financiación singular y el traspaso de competencias como Rodalies, vinculando sus demandas a la estabilidad de la Generalitat.
Presupuestos como herramienta de presión
Sin Presupuestos, Sánchez tendrá que recurrir a decretos y ampliaciones parciales para mantener el funcionamiento del Estado. Cada negociación con ERC y Junts será una oportunidad para obtener concesiones simbólicas o parciales. El riesgo es que muchas de estas medidas queden diluidas en retrasos de calendario o incumplimientos parciales.
En cualquier caso, el plan de los socios procesistas es claro: un Gobierno debilitado, pero vivo. De esta manera, pueden influir en infraestructuras, inmigración o política lingüística sin asumir directamente la carga de gobernar. En esta dinámica, la estrategia no es bloquear, sino exprimir.

Una partitocracia colapsada
Visto con perspectiva, la situación tiene su interés. Observamos el colapso progresivo de 'Frankenstein', que ha sido la creación partitocrática más llamativa de los últimos años. Como mucho, ahora queda mantener la línea del frente invocando la lucha contra la "extrema derecha" o el "pacto climático".
De paso, se confirma por enésima vez que la vocación real de este Gobierno ha sido actuar como un punto de condensación de intereses. Más en particular de los intereses partidistas de cada una de las almas de 'Frankenstein'. Esto explica que el PSOE haya concentrado apoyos que van desde el PNV hasta Podemos.
La conclusión de este proceso ya la ven venir figuras como Gabriel Rufián. Es decir, que después de Sánchez llegará la absoluta nada para todos sus socios; por eso Rufián quiere montar un nuevo frente "plurinacional". Este es el resultado de haber levantado un 'muro': según cómo, el muro no te protege, sino que te encierra.
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