Un hombre de cabello canoso y barba, vestido con traje y corbata, hablando en un podio con un micrófono, con personas sentadas al fondo.
POLÍTICA

Puigdemont reordena su cúpula y coloca a Batet como emisario oficial ante el mundo empresarial

Batet tendrá que venderle a los empresarios el errático comportamiento de Waterloo

A falta de un nuevo farol, Junts reorganiza su cúpula para darle vidas extra a Puigdemont. Albert Batet pasa del grupo parlamentario a adjunto de Puigdemont en el partido; le sustituye Mònica Sales, y Salvador Vergés sube a portavoz parlamentario. El movimiento más destacado sin duda es el de Albert Batet.

Nuestro hombre al teléfono

Batet no se desempeña bien en los micrófonos y atriles, pero sí lo hace en los despachos y los teléfonos. Es decir, la fontanería clásica de cualquier partido. En este punto, Batet es eficaz y tiene la misma función que los zapadores en el ejército: abrir camino y dejar todo listo.

Más en particular, se encarga de dejar todo listo con los agentes económicos y los empresarios. Recientemente, por ejemplo, fue el interlocutor de Junts con Endesa. El objetivo de la compañía energética era que Junts se sumara al PP para dar más vida útil a la central nuclear de Ascó.

Tres personas sentadas en una mesa durante una conferencia de prensa con fondo turquesa y el logo de junts

Y es que no olvidemos que el procesismo todavía purga sus pecados con pesos pesados como Isidre Fainé. Hasta hace relativamente poco, Junts salía con la ocurrencia de multar a las empresas que no devolvieran la sede a Cataluña. Con estos antecedentes - posteriores además a la farsa del 2017 -, Junts no vivía su mejor momento con los empresarios.

Al dinero no le gustan los faroles

Visto con perspectiva, lo que ocurre es que para el empresariado no es inocuo que Puigdemont juegue a la ruptura perpetua. Por el contrario, los empresarios buscan estabilidad, grandes pactos y previsibilidad legislativa. Es decir, puro pragmatismo; un pragmatismo que, además, adquiere valor cuando Sánchez depende de actores como ERC, Sumar o Podemos.

En este sentido, no fue un buen síntoma que Jaume Giró - del universo Caixa - abandonara el partido. Esto se interpretó como la última muestra de que Junts era un partido imprevisible y sin ninguna vocación prudente. Al margen, claro, de que más de uno ya descuenta que tal vez les tocará hablar con Sílvia Orriols.

Imagen del edificio de CaixaBank

Así que Batet viene a hacer lo que mejor sabe: estar fuera de las cámaras y llevarse bien con el dinero. No por casualidad, Batet tiene buena relación con Sánchez Llibre, una de las pocas voces pragmáticas que le queda al empresariado catalán. Aunque el trabajo de Batet no va a ser fácil.

El nuevo adjunto de Puigdemont nada menos que tendrá que venderle a los consejos de administración que Puigdemont rompe sin romper. Es decir, media legislatura más de presunto bloqueo, o sea, de incertidumbre y exposición a los tacticismos de Sánchez. Si esto no se lo han creído ni sus votantes, difícilmente se lo van a creer en un consejo de administración.

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