
El adiós de Jaume Giró por discrepancias con Puigdemont ahonda la crisis en Junts
La renuncia del exconsejero constata que Junts ha perdido cualquier orientación realista y pragmática de la política
Jaume Giró se va. El exconsejero de Economía ha comunicado que abandona tanto su escaño como sus responsabilidades en la ejecutiva de Junts. Según ha explicado, la decisión es fruto de profundas discrepancias con la actual orientación del partido y de un desencanto con su forma de hacer política.
El dirigente, de 61 años, aseguró que su marcha responde a una reflexión serena y meditada. En sus palabras, la política catalana vive atrapada en estrategias demasiado tácticas, que priorizan los intereses de partido por encima de los del país. "No estoy en condiciones de dar al partido lo que espera de mí", señaló en su despedida, dejando entrever la distancia que lo separa de la línea marcada por Carles Puigdemont.
Un perfil marcado por la gestión
Giró ha sido una de las voces con mayor prestigio técnico dentro de Junts, gracias a su trayectoria en el ámbito económico y empresarial. Antes de entrar en política, dirigió la Fundación Bancaria La Caixa y ocupó cargos de responsabilidad en compañías como Repsol o Gas Natural. Su perfil de gestor lo convirtió en una figura valorada por su capacidad de diálogo y su visión pragmática.

Su salto a la política llegó en 2021, cuando asumió la Consejería de Economía en el gobierno de Pere Aragonès a propuesta de Junts. Desde allí, se convirtió en uno de los defensores de mantener la coalición con ERC, en contra de la línea más dura impulsada por Puigdemont. Esa postura ya anticipaba una tensión con la dirección del partido que, con el paso del tiempo, se fue ampliando hasta desembocar en su renuncia.
¿Cómo se debe interpretar esta renuncia?
La renuncia del exconsejero Giró tiene más trascendencia de la que parece. Refleja la tensión soterrada que hay dentro de Junts hacia una figura que, como la de Puigdemont, está más amortizada que lo que el partido quiere asumir. Ahora bien, dado el férreo control interno y el reparto de prebendas, esta tensión está acallada.
En este sentido, paradójicamente, la dimisión de Giró no es una acción política pasiva, sino activa. Asunto distinto es que Giró sí se pueda permitir ir por libre y no tragar con las imposiciones de la dirección. Como es evidente, el resto de críticos de Puigdemont no se mueven, es más, ni hablan.

Así mismo, se puede interpretar la renuncia del exconsejero en un sentido premonitorio sobre el futuro que le espera a Junts. En su día, Giró ya hizo predicciones que han resultado ser ciertas. Cuando Aragonès era presidente, por ejemplo, Giró advertía que con tantas "mesas de diálogo" el único que sabía cuántas cartas había encima de la mesa era Pedro Sánchez. Y los hechos le han dado la razón.
Con un juego a varias bandas y un manejo absoluto del calendario, los socialistas - PSOE y PSC - han desplumado al procesismo. Esto llega hasta el punto de que Puigdemont todavía sigue piando desde Bélgica mientras Aliança Catalana le abre un boquete insalvable. La foto de Illa con Puigdemont es el último ejemplo de cómo Junts se deja enredar por el juego corto de los socialistas.
Y es que, si se analiza pragmáticamente, Junts parece tener alergia a cualquier forma de poder, empezando por la salida del Govern de Aragonès. Por el contrario, Junts se ha instalado en un maximalismo que, en teoría, en la cabeza de Puigdemont, iba a dar resultados a través de la presión a Sánchez. Pero el caso es que Junts no tiene ningún poder fáctico, el líder está inutilizado y las encuestas van cuesta abajo y sin frenos.
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