Carles Puigdemont hablando en un micrófono con una bandera catalana de fondo.
POLÍTICA

Otro farol de Carles Puigdemont: amenaza a Pedro Sánchez con un otoño caliente

La retórica de la ‘jugada mestra’ ya no convence a nadie: Puigdemont cayó en la trampa del PSOE y ahora está paralizado

El expresidente Puigdemont no sabe cómo frenar a Aliança Catalana y en consecuencia ha decidido presionar a Pedro Sánchez. En la última edición de la Universidad Catalana de Verano, Puigdemont ha dicho que “tal vez en otoño pasarán cosas”. El líder de Junts considera que “ya hemos dado suficiente tiempo” al PSOE.

La principal dificultad de esta estrategia es que no es nueva y, en líneas generales, no se la cree nadie. Menos aún cuando se contextualiza en la situación presente. Nos referimos a que las encuestas, tanto internas como publicadas, muestran que Aliança Catalana se come a Junts.

Por otra parte, ya resulta difícil contabilizar todas las ocasiones en las que Junts ha amagado con tumbar a Sánchez. El guion ha sido siempre el mismo: Junts considera que sus exigencias no se cumplen y amenaza con desestabilizar al Gobierno. Pero entre amenaza y amenaza Sánchez sigue en la Moncloa y Puigdemont en Waterloo. De paso, el PSC ha alcanzado sus mayores cotas de poder en Cataluña.

Dos hombres vestidos con traje azul caminan juntos al aire libre mientras conversan

El origen de toda esta situación está en que, en las últimas elecciones generales, Puigdemont vio en el PSOE una ventana de oportunidad para obtener la amnistía. Este es el factor que lo explica todo, incluyendo la sumisión de Junts. Ahora bien, el expresidente no contaba con la presión que le iba a surgir desde Ripoll y que él se quedaría en Waterloo, paralizado.

Aliança Catalana explica a Junts

Involucrándose en la política estatal, Puigdemont pensaba que tenía la política autonómica garantizada. Solo era una cuestión de tiempo volver a Cataluña con la amnistía en la mano para resucitar a todo el electorado abstencionista. Pero el factor con el que no contó Puigdemont era con la factura que ha dejado el procesismo.

Inmigración descontrolada, inseguridad, vivienda y saturación de servicios públicos. Estos son los nuevos ejes de la política catalana, que Orriols ha capitalizado a través de una derecha identitaria crítica con la inmigración. En este contexto, las maniobras de póquer de Junts con el PSOE tienen muy poco recorrido.

Hombre con gafas y traje hablando frente a dos micrófonos.

De hecho, no solo tienen poco recorrido, sino que a Junts les sale muy caro. Y es que, después del colapso procesista, gran parte de su electorado es inmune a la retórica de la jugada mestra. Por el contrario, el ciudadano catalán percibe una clara degradación cotidiana y que, mientras tanto, Puigdemont habla otro lenguaje desde Waterloo.

Y los sondeos, aunque nunca son exactos, sí son muy indicativos. El último CEO, por ejemplo, mostraba que el enorme crecimiento de AC es a costa de Junts. Pero es que El Confidencial desvelaba recientemente una encuesta interna que pone sobre la mesa el empate entre Junts y AC. Y todo esto cuando todavía quedan tres años de legislatura y la amnistía va para largo.

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