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La distancia entre PP y Vox en el Parlament allana el camino a Salvador Illa
La competencia por liderar la oposición impide una estrategia unitaria contra el gobierno socialista
El Govern del PSC atraviesa su peor momento desde que Salvador Illa fue investido presidente de la Generalitat. Los socialistas gobiernan en minoría absoluta (42 diputados de 135) y apoyados por dos partidos en declive como ERC y Comuns.
A la debilidad parlamentaria se ha sumado el rechazo de los presupuestos que dificulta los planes de recuperación proyectados por el PSC.

Al borde de su primera crisis de gobierno, los socialistas solo tienen algo positivo y es la división palmaria de la oposición. La distancia entre los partidos de la derecha impide una estrategia unitaria para poner al PSC contra las cuerdas.
Por un lado está el bloque nacionalista, con un Junts navegando en la indefinición y una Aliança Catalana incompatible en lo nacional con PP y Vox. De hecho, Junts y Aliança Catalana también están distanciados porque los postconergentes participan del cordón sanitario contra Sílvia Orriols.
Por otro lado, el bloque de 26 diputados que representan PP y Vox tampoco funciona por la competencia entre ambas formaciones.
Rivalidad creciente entre PP y Vox
Si en la anterior legislatura PP y Vox colaboraban de una forma estrecha, ahora rivalizan por encabezar la oposición. Es un reflejo de la competencia entre ambas formaciones a nivel nacional. El PP ve a Vox como un obstáculo para su crecimiento, y Vox identifica al PP como parte de la crisis sistémica en España y Cataluña.
Esta distancia se ha visto en las últimas mociones sobre seguridad e inmigración.
Las dos formaciones suelen votar siempre en la misma dirección, pero en las intervenciones dejan ver sus diferencias. El PP se esfuerza en mostrar un perfil de orden pero moderado. En Vox acusan a los populares abiertamente de predicar una cosa y luego hacer otra.
Por ejemplo, votando a favor de la regularización de inmigrantes ilegales con el PSOE. O impidiendo la reforma legislativa contra la okupación.
Un PP envalentonado y un Vox con aspiraciones
El divorcio empezó con la ruptura de Vox con el PP en los gobiernos autonómicos. Aquello aumentó los recelos también en Cataluña, donde además se suma la rivalidad de dos figuras fuertes como Alejandro Fernández e Ignacio Garriga. Fuentes internas de ambos partidos reconocen la distancia, aunque no hablan tanto de rivalidad como de frialdad.
La distancia tiene que ver no solo con el contexto estatal sino también con el cambio en la correlación de fuerzas en el Parlament.
En Vox afirman que era más fácil entenderse con el PP cuando casi triplicaban su número de diputados. El paso de 3 a 15 escaños y el sorpasso a Vox ha envalentonado a Alejandro Fernández. El cual se ve como líder indiscutible de la oposición a Salvador Illa.

Vox asume su nueva posición en el Parlament, pero también advierten de sus aspiraciones de crecimiento. El PP basa su estrategia en la moderación y el carisma de su líder. Los de Ignacio Garriga llevan a cabo una estrategia basada en tener un pie en el parlamento y otro en la calle.
La condición para recuperar la unidad
El PP se está centrando en la denuncia de la inseguridad y la okupación, mientras que Vox ha hecho de la inmigración ilegal su tema. Sus mociones provocan un desgaste en el gobierno, pero la falta de coordinación y unidad impide una amenaza real para el PSC y sus socios. Ambos reconocen que la relación es casi inexistente.
Muchos catalanes se imaginan cómo sería si PP y Vox formaran un bloque unido más allá del voto en las mociones. Pero de momento esto se antoja como una quimera.
La cosa podría cambiar ante un gobierno PP-Vox en España, aunque esto de momentos está aún lejos y mientras tanto Illa sonríe.
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