
La izquierda antiorriolista se desinfla en Ripoll
Protestar en el feudo de Aliança Catalana: el recurso de la izquierda se queda sin recorrido
El pasado domingo se produjo una manifestación en Ripoll y su correspondiente fracaso. La entidad organizadora fue Endavant, bajo el lema ¡Tumbemos a la extrema derecha!. La manifestación cargaba contra “aquellos que quieren utilizar el feminismo para hacer de él una herramienta de odio racista e islamófoba”. Esta es una clara referencia a la postura de Orriols hacia el velo y la religión islámica en general.
Como se aprecia en las imágenes que han circulado por redes, la manifestación no pasó de una anécdota. De hecho, también se presentaron en la manifestación los cargos electos de Aliança Catalana en Ripoll, encabezados por la propia Orriols. Por su parte, los Mossos desplegaron un dispositivo policial, procedieron a hacer varias identificaciones y ahí quedó todo:
La anécdota se quedaría aquí si no fuera porque se acumulan las manifestaciones (y sus fracasos) contra Orriols. Hace pocos días, por ejemplo, se juntaban los exalcaldes de Ripoll para protestar contra la actual alcaldesa. Pero es que, también hace relativamente poco, la CUP y sus satélites se fueron hasta Ripoll para protestar.

Paralelo a esto, el despliegue territorial de AC por Cataluña ha dejado numerosas escenas polémicas, incluso violentas. En el caso del ataque a la carpa de AC en Barcelona, cabe recordar que un militante de AC tuvo que ser trasladado al hospital. Los tres antisistema que agredieron a esta persona fueron detenidos, puestos en libertad y ahora tienen un proceso judicial en marcha.
El cordón sanitario tiene fugas
Como ha ocurrido con otros muchos precedentes europeos, esta movilización y demonización contra el partido outsider se traduce en publicidad gratis y foco mediático. Además, el ciudadano ve con claridad la desproporción que hay entre las críticas y la influencia real del partido. En el caso de Orriols, la presión mediática y política que recibe no se corresponde con la influencia real de su partido, que a la postre tiene una alcaldía y dos diputados.
Esta desproporción también estalla desde el interior del propio establishment, y el ejemplo más claro es el del cordón sanitario. En un principio, este cordón sanitario era un “pacto antifascista” que firmaron el PSC y las izquierdas ‘woke’ antes de su descalabro electoral. Por su parte, Junts se sumó al cordón para garantizarse una patente de corso dentro del reparto de poder del establishment. Asunto distinto es que Junts se sume a un cordón sanitario que solo le interesa a la izquierda para potenciar la dialéctica del miedo (Orriols es nazi, etc.).

Pero esto ha durado muy poco por la simple razón de que Junts comparte electorado con Aliança Catalana y las fugas de votos son palpables. En el Parlament, Junts ya ha tenido que desmarcarse del cordón sanitario en alguna ocasión. Y, en Ripoll, Junts protagonizó una de las jugadas más torpes de los últimos años: coquetear con una moción de censura para acabar retirándose.
Por su parte, es de esperar que la izquierda siga atizando la lucha con Aliança Catalana. En cualquier caso, el recurso de protestar en Ripoll y de atosigar a las paradas informativas de AC ya se ha desgastado. Entre otras cosas, porque la izquierda acude a protestar al único lugar de Cataluña en el que el apoyo a Orriols es mayoritario. Y la prueba más palpable es la desmovilización de las últimas manifestaciones.
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