Una camarera sostiene una bandeja en la plaza Real de Barcelona, a 15 de junio de 2022, en Barcelona, Catalunya (España)
POLÍTICA

Cuesta abajo y sin frenos: la situación económica de los jóvenes

La desigualdad intergeneracional no hace más que aumentar y eso abre una brecha en el corazón de la sociedad

El problema económico básico que padecemos es la pérdida de poder adquisitivo. Esto no tiene nada que ver con los buenos resultados macroeconómicos. De hecho, ahora mismo conviven el triunfalismo macro y el pesimismo micro.

Dejando ahora de lado las causas, lo que resulta innegable es que estamos inmersos en un proceso inflacionario. La duda a corto plazo - antes era a medio, antes a largo - es si esta inflación se combinará con una recesión. En tal caso, tendremos el contexto económico más difícil de surfear: una estanflación.

Varias personas en la terraza de un bar, a 7 de abril de 2024, en Madrid (España)

La inflación es la responsable de un doble fenómeno: i) que los indicadores de pobreza material aumenten, y ii) que la población no pueda ahorrar. Sobre el primer punto, en E-Notícies se ha hablado en múltiples ocasiones sobre el drama del PIB per cápita. Según el último dato de INSOCAT, en Cataluña hay 1.381.000 personas en riesgo de pobreza.

Pero, en realidad, los dos factores señalados se deben discriminar generacionalmente si se quiera afinar la imagen real de la sociedad. Si lo hacemos, se observa una dinámica que tampoco es ninguna sorpresa: los jóvenes tienen una situación económica muy mala. Los datos son múltiples e incontestables, y los últimos en añadirse son los de ESADE.

Sangría en los porcentajes

En un estudio reciente que lleva por título La tenencia de vivienda y deuda hipotecaria de las familias españolas en los últimos veinte años, ESADE analiza el sector inmobiliario español en términos financieros. Teniendo en cuenta que lo más habitual es ahorrar en ladrillo, esto es sinónimo de estudiar las desigualdades intergeneracionales. Y los resultados muestran que, efectivamente, los jóvenes van cuesta abajo y sin frenos.

Cartel de

En 2002, el 65% de los menores de 35 años tenía vivienda, y veinte años después, en 2022, la cifra baja a menos de la mitad (30%). Así mismo, los datos permiten hacer comparaciones relativas. Esto es útil para evitar falacias muy comunes, como que los jóvenes actuales no ahorran, no se esfuerzan, etc.

Así, por ejemplo, los nacidos entre 1986 y 1997 tienen del orden de 45.000 euros a los 35 años. Pero es que, los nacidos veinte años antes, tenían 120.000 euros en la misma franja de edad. De hecho, datos de otras fuentes y estudios constatan que, proporcionalmente, los jóvenes consumen menos ahora (más que nada porque no pueden consumir más). Concretamente, consumen un 36% menos.

Unos incentivos que dejan fuera a los jóvenes

El discurso de que la actual económica de los jóvenes responde única y exclusivamente a sus (malas) preferencias de ahorro y capitalización es insostenible. Los cambios culturales pueden ser un factor coadyuvante, pero no el principal. Tal y como ha sido siempre, la causa básica de la prosperidad individual es la prosperidad general.

Por otra parte, lo que se conoce como “sistema” (pensiones, ayudas sociales, inmigración, modelo económico, etc.) responde a un sistema de incentivos que aparta a los jóvenes. Como también se ha dicho muchas veces, el caso más claro es el de las pensiones. Porque la financiación de las pensiones se hace a cargo del presente, no de una capitalización pasada que, no solo no existe, sino que sirvió para pagar gastos corrientes.

La prueba de fuego de que la desigualdad intergeneracional es una desigualdad primaria está en las proyecciones a futuro. Suponiendo que el “sistema” continúa igual, habrá todavía más desigualdad entre los jóvenes herederos y los no-herederos. Esto vendría a ser una especie de capitalización compuesta de la desigualdad actual entre boomers y jóvenes. 

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