Una camarera sostiene una bandeja en la plaza Real de Barcelona, a 15 de junio de 2022, en Barcelona, Catalunya (España)
POLÍTICA

La cara más triste de la degradación de Cataluña: la pobreza

La pérdida de poder adquisitivo es una realidad que desangra el bolsillo de los catalanes

Visto con perspectiva, Cataluña no ha pasado su mejor época. La década procesista sirvió fundamentalmente para dejar un gran poso de descontento social y, más aún, para tapar los problemas de la región. Uno de los problemas más acuciantes es que los catalanes son cada vez, y objetivamente, más pobres.

Así lo han vuelto a reflejar los datos, en esta ocasión, los datos la primera edición de INSOCAT, elaborada por las Entidades Catalanas de Acción Social. En línea con otros muchos informes pasados, INSOCAT señala que cerca de 1.381.000 personas vive en riesgo de pobreza o exclusión social en Cataluña. Aunque lo más preocupante es la tendencia.

El problema es el poder adquisitivo

Si se observan los datos de desempleo, la situación está mucho mejor ahora que hace diez años, cuando había un 20% de parados (ahora no llega al 10%). Sin embargo, la pobreza se ha mantenido intacta entre las capas populares. La solución de esta paradoja está en que la pérdida de poder adquisitivo (la inflación) ha sido, y es, constante.

Trabajadores de la construcción con cascos y chalecos de seguridad ajustan una estructura de madera en una calle urbana rodeada de barreras de seguridad.

No estamos, pues, ante un problema de crecimiento del PIB absoluto, sino del PIB per cápita, que está estancado. Esto viene reflejado en la conocida como tasa AROPE, que permite afinar mucho el cálculo de la pobreza. En este sentido, Cataluña, en línea con los datos del resto de España, tiene una tasa AROPE del 24%, que es el doble, por ejemplo, de la que tiene la República Checa:

Si se desgranan los indicadores de la tasa AROPE, se observan fenómenos preocupantes. Entre los menores de edad, por ejemplo, la tasa se dispara hasta casi el 34% de la población. Por otra parte, los extranjeros, que tienen los empleos más precarios, presentan una tasa que dobla a la autóctona. Esto solo puede conducir a tensiones sociales e incluso étnicas, como se ha visto recientemente con los disturbios en Salt.

En otro orden de cosas, ya se acerca al 20% (17,5%) el número de catalanes que no pueden mantener su hogar a una temperatura adecuada. Así mismo, llega hasta el 35,2% la población que no puede hacer frente a gastos imprevistos. Aunque no se suele señalar, esto último implica un gran problema a largo plazo en la medida en que cada vez más gente no se puede capitalizar, es decir, no puede ahorrar.

Balcón con el cartel de Se Alquila en Barcelona

Junto a la inflación de los bienes alimentarios, la principal causa de que se dispare la pobreza en Cataluña es la vivienda. Con unos precios inmobiliarios que no hacen más que subir - a pesar de lo que ahora sostenga el PSC -, la vivienda es un sumidero de riqueza para las clases medias y populares. Todo ello en armonía con la presión migratoria, que tensa el mercado de la vivienda y tira a la baja los salarios de los empleos poco productivos, que son la mayoría.

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