
Aliança Catalana, foco del aumento de la violencia política en Cataluña
El acoso, las amenazas y las agresiones se han sucedido en los últimos meses
La descomposición del espacio de la izquierda y el procesismo ha aumentado la crispación y la violencia política en Cataluña. El último Informe sobre violencia política, publicado el año pasado, ya mostraba un incremento del 13% de los ataques a partidos en 2023. Una tendencia que lejos de mejorar parece que se está recrudeciendo en los últimos meses.
Este fin de semana se ha registrado un nuevo ataque a una sede de Aliança Catalana, esta vez en Manlleu. El año arrancó con la grave agresión a un militante del partido de Sílvia Orriols en Barcelona. Las agresiones, amenazas y coacciones se siguen sucediendo.

Aliança Catalana, principal factor de desestabilización y hundimiento de los partidos procesistas, se ha consolidado como nuevo objetivo de los radicales. PSC, PP y Vox fueron los más afectados por la violencia política en la última década. PP y Vox siguen en el foco, pero desde 2023 la violencia se ha incrementado contra el partido de Sílvia Orriols.
El mes pasado los radicales vandalizaron la sede del PP en Terrassa con una pintada de 'fascistas'. En mayo marcaron con un punto de mira la nueva sede de Vox en Tarragona, en este caso con la firma de la OJS (escisión radical de la CUP). Un mes antes, en la Diada de Sant Jordi, varias paradas del partido de Santiago Abascal e Ignacio Garriga fueron atacadas por intolerantes.
Violencia contra AC y Sílvia Orriols
El aumento de la actividad de Aliança Catalana ha ido acompañado de un incremento de los ataques de minorías radicales. Las paradas informativas de esta formación suelen ser atacados por militantes que ejercen la violencia y la coacción. El caso de Barcelona fue el más mediático, pero ha ocurrido también en Manresa, Igualda, Berga o Lérida.
La propia Sílvia Orriols fue en su momento víctima de una agresión con lanzamiento de harina en su localidad, Ripoll. Allí se han convocado varias manifestaciones contra su partido, y también sufrió un escrache en Berga. Recientemente le reventaron el buzón de casa.
Más allá de los partidos, la violencia política en Cataluña también se ha extendido a personajes públicos. En octubre de 2024 Pilar Rahola fue atacada con pintura durante una conferencia por su defensa de Israel. Este año, por Sant Jordi, el coronel Pedro Baños denunció haber sido víctima de una agresión mientras firmaba libros.
Ayer mismo conocimos que la cantante Rosalía ha sido presionada por parte de organizaciones radicales para que muestre apoyo público a Palestina. Se trata de distintas formas de censura y coacción que se han normalizado en una Cataluña cada vez más autoritaria.
Los medios, cómplices
Este autoritarismo se recrudeció durante los años del Procés, donde se impuso el pensamiento único y se persiguió a la disidencia. Esta violencia política ha seguido después del procés con nuevas formas y nuevos protagonistas. La crisis del establishment y la ruptura del relato oficial ha incrementado la violencia contra la disidencia.

Los medios públicos y subvencionados en Cataluña han contribuido a ello señalando públicamente a partidos y líderes políticos. TV3 y toda la constelación de medios procesistas pusieron al PSC, PP, Vox y Ciudadanos en la diana. Ahora han incluido a Aliança Catalana, formación a la que han estigmatizado con atributos como "racistas", "ultras", "fascistas" y "extrema derecha".
Esto ha normalizado los ataques a partidos que no entran en los cánones oficiales o que se atreven a desafiar al establishment. Aunque lejos de erosionar a estos partidos les están reforzando más. Aliança Catañana está rozando ya los diez diputados según las últimas encuestas.
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