Un hombre con gafas de sol sostiene billetes de euro mientras una mujer con micrófono de diadema lo observa, sobre un fondo rosa con líneas negras.
OPINIÓN

Yolanda, Rufián y el SMI

Tanto Yolanda Díaz como Gabriel Rufián llegaron a la política en vaqueros y saldrán con un Mercedes descapotable

Imagen del Blog de Octavio Cortés

¿Cuándo ha decepcionado la vicepresidenta, nuestra Chica Armani, a su público? Jamás. El último de sus desastres ha sido vender a bombo y platillo un aumento del SMI que hará que los que perciben el SMI cobren menos. Tiene mérito. Como que tendrán que tributar (ella había dicho que no pasaría) al final del mes serán un poco más pobres. Progresismo, lo llaman.

Por supuesto, todo este asunto ha venido decorado de media docena de intervenciones de la vicepresidenta, nuestra chica Loewe, en su habitual tono de maestra de parvulario para retrasados mentales. ¿Por qué habla Yolanda a sus votantes como si fueran imbéciles? Muy sencillo: porque lo son, en caso contrario no la votarían. Ella detectó que a la izquierda del PSOE había un porcentaje de gente que sufren una combinación de carencias afectivas (hijos de sindicalistas), carencias intelectuales (hijos de comunistas) y carencias cognitivas (hijos de fans de Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute). A estas personas hay que hablarles como hace la vicepresidente, nuestra chica Gucci, abriendo mucho la boca y evitando las subordinadas, que se pierden.

En cualquier caso, de la gestión del ministerio de Trabajo hemos salido con los pobres de la sociedad un poquito más pobres. Luego se extrañan de que la clase trabajadora vote a Trump y a Le Pen.

Yolanda Díaz en un mitin de En Comú Podem

En general, el desorden a la izquierda del PSOE de Ábalos & Begoña es máximo en este momento. Sumar ni siquiera existe (literalmente no se sabe quién está al frente, si Urtasun, Elizabeth Duval o la Dama de Elche), Podemos está viviendo un proceso de renovación que situará al frente a Ione, Isa e Irene (la triple I del Inframundo) y ERC y Bildu van a los suyo, que es hacerse los fanfarrones y colaborar con entusiasmo en la ruina generalizada. En especial Gabriel Rufián ha destacado estos días, publicando en X alguna de sus frases de gracioso de casino de pueblo, olvidándose como siempre de explicar que él y los suyos sostienen al gobierno que tan afiladamente critica.

Yolanda y Rufián, Rufián y Yolanda. Ambos llegaron a la política con pantalones vaqueros y saldrán en un Mercedes descapotable. Como debe ser. Rufián cobra 126.000 € al año, es decir, más o menos diez veces más que el salario mínimo. Yolanda llegó vestida como una profesora de instituto y saldrá disfrazada de sobrina progre de los Rotschild. La verdad que con ellos la sociedad no progresa, pero qué guapos salen en las fotos. Rufián ha ido ganando unos mofletes suaves, un cuello grueso de señor adinerado, una cierta pose de galán de culebrón. Intentaron desterrarle como alcalde de Santa Coloma pero él maniobró (redoblando la ingesta de Dom Perignon y foie con trufas) y ha conseguido quedarse en Madrid para mejor defender la causa.

Esto es España a principios de 2025: el hermano de Sánchez tocando la “Danza de las chirimoyas”, Ábalos y Jéssica en Benidorm, el fiscal general borrando sus comunicaciones, Aldama cantando la Traviata, Begoña dirigiendo universidades, Feijóo bostezando en un rincón. Ah, y los que perciben el SMI, un poquito más pobres. Pero, eso sí, hemos parado a la ultraderecha.

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