Una imagen con un fondo rojo muestra a cuatro personas en traje formal y una bandera de Estados Unidos en los bordes.
OPINIÓN

Trump, el terremoto que resquebraja el orden global

Hasta hace poco, nadie se habría imaginado que Trump estaría más cerca de los intereses de Rusia que de Occidente

Si hace unos meses nos hubieran dicho que Estados Unidos abandonaría a sus aliados históricos de la OTAN para tender la mano a la Rusia de Putin, muchos no lo habríamos creído. Sin embargo, la realidad ha superado con creces nuestras expectativas, demostrando una vez más que lo impensable puede convertirse en algo tan tangible como inquietante.

Es indudable que el panorama internacional ha sufrido un giro radical con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente estadounidense parece decidido a no dejar títere con cabeza en su afán por imponer una agenda que desafía las convenciones diplomáticas tradicionales. Para lograrlo, Trump está utilizando todas las herramientas que una potencia como Estados Unidos pone a su disposición, lo que le otorga un amplio margen de maniobra y un poder de influencia sin precedentes.

En este sentido, la política exterior del Gobierno estadounidense se está desplegando en múltiples frentes interconectados: el comercial, el diplomático y el militar. Esta estrategia multidimensional refleja una clara intención de reafirmar, aunque cambiando el rumbo, el liderazgo global de Estados Unidos. A este respecto, las decisiones geopolíticas adoptadas no están exentas de polémica, y su impacto en el escenario internacional está generando transformaciones profundas que, sin duda, reconfigurarán el orden global en los próximos años.

Primer plano de Donald Trump bailando

Sin ir más lejos, el pasado viernes muchos presenciamos con profundo estupor y vergüenza el espectáculo bochornoso que tuvo lugar en el Despacho Oval de la Casa Blanca, donde se intentó acorralar y humillar al heroico presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky. De la mano de su vicepresidente, JD Vance, Donald Trump se dirigió a Zelensky en un tono amenazador y altivo, como un matón de patio de colegio, sorprendiendo al mundo entero. Este incidente no solo dejó al mundo atónito, sino que también puso en jaque a los aliados de la OTAN, quienes se vieron obligados a reunirse al día siguiente para reafirmar su apoyo inquebrantable a Ucrania.

No obstante, el caso de Ucrania no es el primer movimiento realizado por la nueva administración estadounidense que ha logrado descolocar a sus aliados. Desde el inicio de su mandato, Trump ha llevado a cabo una serie de acciones que han desconcertado a propios y extraños. Debemos recordar que Donald Trump inició su andadura diplomática modificando, por Orden Ejecutiva, el nombre del que hasta entonces había sido el "Golfo de México" para rebautizarlo como "Golfo de América". Tras ello, manifestó también su voluntad de apropiarse de Groenlandia, un territorio que actualmente pertenece a Dinamarca y donde la idea de unirse a Estados Unidos no parece gozar de demasiada popularidad, según una encuesta difundida por el diario danés Berlingske, en la cual el 85% de los groenlandeses manifestó su oposición a dicha ocurrencia.

En la misma línea, Trump coqueteó con la idea de convertir a Canadá en el 51º estado de los Estados Unidos. Sin embargo, al igual que ocurre en Groenlandia, según una encuesta realizada por Leger, el 82% de los canadienses se opondría a esa posibilidad. Además, esta postura expansionista ha revitalizado al Partido Liberal de Justin Trudeau, que había estado en retroceso en las encuestas, al no doblegarse ante los designios de su poderoso vecino.

En otro orden de cosas, y sumado a lo anterior, el magnate que hoy ocupa la Casa Blanca ha creído conveniente iniciar una guerra comercial contra todo aquel de quien quiera obtener concesiones. La política comercial internacional, en su vertiente de imposición de barreras al comercio, ha sido utilizada históricamente con distintos objetivos, entre los que destacan el recaudatorio y la protección de la industria nacional, aunque estos no son los únicos. En el caso que nos ocupa, es evidente que las constantes amenazas arancelarias de Trump están sirviendo para lograr una serie de beneficios que ya fueron manifestados durante su campaña presidencial.

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá respondiendo preguntas en una conferencia en Southern Alberta

En este sentido, si analizamos las respuestas de México y Canadá, los dos países que han sido el blanco principal de las amenazas de Trump, podemos vislumbrar con mayor claridad los objetivos detrás de su estrategia. México, por ejemplo, reaccionó con celeridad al enviar 10.000 militares a la frontera común con el fin de frenar el tráfico ilegal de drogas, en particular el fentanilo, una sustancia que ha provocado una crisis de salud pública en Estados Unidos. Esta medida no es casual, dado que más del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino el mercado estadounidense, lo que convierte a México en un socio comercial vulnerable ante las presiones de Washington.

En el caso de Canadá, el argumento del fentanilo pierde fuerza, ya que solo el 0,2% del total incautado en 2024 (19,5 kilogramos de las 11 toneladas interceptadas) ingresó por su frontera. A pesar de ello, el país también anunció medidas para reforzar la seguridad fronteriza, aunque estas parecen más simbólicas que efectivas. Esto sugiere que las intenciones de Trump con Canadá van más allá del control de drogas. No hay que olvidar que Estados Unidos es el destino de aproximadamente el 77% de las exportaciones canadienses, según datos de 2022, lo que hace evidente el impacto devastador que un arancel de gran magnitud tendría en la economía canadiense.

La estrategia adoptada por Trump, basada en el bombardeo informativo, parece estar logrando su objetivo, al menos en el ámbito geopolítico. Todo aquello a lo que aspiraba el republicano durante su campaña está siendo alcanzado: la progresiva desvinculación de una Europa excesivamente dependiente en términos militares del Tío Sam, el aumento del control ejercido por México en la frontera con Estados Unidos y la renegociación de acuerdos comerciales bajo sus términos. Sin embargo, queda por ver si finalmente materializa todas las amenazas arancelarias lanzadas o si, por el contrario, decide dar un giro táctico y se da por satisfecho con las concesiones obtenidas. Su estilo impredecible, caracterizado por una mezcla de firmeza y pragmatismo, mantiene al mundo en vilo, cuestionando si sus movimientos responden a una estrategia calculada o a un juego de azar geopolítico.

Montaje de fotos de Vladimir Putin y la sede de la OTAN de fondo

En cuanto a sus efectos en Estados Unidos, los aranceles anunciados por la administración Trump, lejos de proteger la economía, generarán un impacto negativo que ya comienza a hacerse evidente. Al encarecer las importaciones, se producirá un aumento en los precios de bienes esenciales, lo que contribuirá a un repunte de la inflación, afectando directamente el poder adquisitivo de los consumidores. Como bien señaló Adam Smith en La riqueza de las naciones, los aranceles son un impuesto disfrazado que, al final, perjudica al consumidor local. Además, la incertidumbre generada por esta política proteccionista ya se refleja en las bolsas de valores, donde se observa una volatilidad creciente y caídas significativas en los índices bursátiles. Esta combinación de inflación, desconfianza en los mercados y tensiones comerciales no solo debilitará a la economía estadounidense, sino que también amenaza con desencadenar una reacción en cadena que podría afectar a la economía global en su conjunto.

Para concluir, en relación con lo que concierne al continente europeo, debemos ser conscientes de que esos años -no tan lejanos- en los que las regiones del mundo herederas de la tradición judeocristiana parecían haber dejado atrás los tiempos de guerra han terminado. En los últimos años, se han recrudecido los conflictos latentes en distintos puntos calientes del norte global -pienso fundamentalmente en el avance en el flanco oriental europeo de la Rusia de Putin y en la guerra que está teniendo lugar en la Tierra Prometida-, lo que ha afectado significativamente a las economías occidentales y a su manera de abordar el paradigma geopolítico.

Europa enfrenta estos días uno de los mayores embates a los que se ha visto sometida en las últimas décadas. Trump tiene las cosas meridianamente claras y no va a permitir que nada ni nadie se interponga en sus planes. El nivel de confrontación alcanzado con la Unión Europea, de la que llegó a decir que se había creado para "perjudicar" a Estados Unidos, es inaudito. ¿Quién se habría imaginado que Trump estaría más cerca de los intereses de Rusia que de los de Occidente? Probablemente nadie. Sin embargo, esta es la realidad a la que se enfrenta el viejo continente, que hoy, más que nunca, debe trabajar unido. Si lo hace bien o mal es una cuestión a la que deberemos prestar especial atención en los próximos meses.

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