¿Quién tiene miedo de Elon Musk?
Seguramente los progres guardarían silencio si las opiniones de Musk fueran de la mano del globalismo izquierdista
Desde la victoria de Trump el 5 de noviembre, mucho se ha escrito sobre la influencia de Elon Musk en el ámbito político. Luminarias como Gabriel Rufián, Emmanuel Macron o el Gran Wyoming, cada uno con su grado propio de imbecilidad, han manifestado su inquietud y han dejado propuestas de todos los colores. Incluso en Galapagar han sonado las campanas: Pablo Iglesias proponía esta semana la creación de una red social pública para combatir a X, porque ya se sabe que cualquier cosa en manos de la iniciativa privada debe ser combatida. Suponemos que, según Iglesias, también deberíamos tener un Spotify público, un PornHub público, un Instagram público, etc.
En realidad, más allá del chiste, la raíz del problema es la fobia que tiene desde siempre la izquierda con la noción de libertad individual. Cuando Macron habla de "injerencias" de Elon Musk en la política europea, se refiere al hecho de que Musk publique sus opiniones en una red social de su propiedad. No hay manera legal de frenar eso, sin caer en variantes 2.0 del estalinismo. Si Musk tiene mala opinión de Keir Starmer o buena opinión de la AFD ante las elecciones alemanas de febrero, ¿no puede decirlo? Es evidente que Musk no es un opinador más, sino el Máximo Influencer Planetario – pero también es verdad que todo este coro de progres alarmados guardaría silencio si las opiniones de Musk fueran en la línea del globalismo izquierdista que ha dominado los últimos 15 años de política europea.
La izquierda, como siempre, falla en el diagnóstico. Elon Musk es cualquier cosa menos un reaccionario. De hecho es un futurista (en el sentido filosófico) con inquietantes matices transhumanistas, como lo demuestra el desarrollo de Neuralink. Es un tecno-revolucionario con tesis no muy lejanas a las de Ray Kurzweill. Lo que sucede es que ve el mundo con los ojos de un ingeniero: trata con lo tangible y por tanto no acepta la abigarrada mitología Woke de islamistas benéficos, mujeres con pene y micro-racismos cotidianos.
Musk, claro está, defiende el libro mercado, en lo económico y en lo intelectual. Su visión es la de un fundamentalista de la libertad de expresión. Cree que los procesos darwinianos de selección natural operan también en el campo de las ideas, por lo que las mejores ideas emergerán de manera natural si se promueve un ambiente de libre conversación global. Sabe que él solito va a derrotar al establishment mediático (manchado para toda la eternidad por lo sucedido en la era COVID) y se plantea esta demolición como una fiesta a la que todos están invitados.
Del otro lado, está la izquierda con su defensa de la censura para proteger el burka, con sus políticas de arrasar el sector primario, con sus niños "nacidos en cuerpos equivocados", con sus Broncanos & Wyomings multimillonarios. No es raro que estén perdiendo por goleada.
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