Teisa y el transporte público en la Garrotxa
Muchas empresas de autobús con una concesión pública hacen lo que les da la gana, sabiendo que no existen alternativas
En una época en la que los diferentes gobiernos proclaman diariamente la importancia de usar el transporte público para reducir la contaminación provocada por los vehículos privados, seguir sus consejos pone de manifiesto el constante maltrato que, desde hace años, sufren algunas comarcas catalanas.
En los territorios donde no tenemos tren, y nuestro único transporte público es el autobús, dependemos completamente de empresas privadas con concesión pública que actúan según sus propios intereses. Este es el caso de la compañía Teisa y los autobuses que conectan diariamente Olot y los pueblos de la Garrotxa con Gerona, la capital de la provincia, y con Barcelona, la capital del país.
Hace unos días, al dejarme en Madrid mi tarjeta de viajero habitual, la T-10/120 —que desde hace unos años permite tarifas algo más parecidas a las de los usuarios de Rodalies, aunque con frecuencias y tiempos de trayecto mucho peores—, tuve que pagar el precio completo del billete.
Cuando me dijeron el importe, me quedé helado: 24 euros por un trayecto de Olot a Barcelona. Este viaje, en coche privado, cuesta menos de 14 euros y dura una hora y cuarto. En cambio, el autobús tarda 2 horas y 25 minutos, si pasa por Bañolas.
A pesar de la importancia de Olot como una de las principales capitales de comarca del país y de la cantidad de personas que viven allí y trabajan en Barcelona, el servicio de Teisa no facilita el uso del transporte público. Salvo en días laborables, con apenas dos rutas diarias que solo tienen una parada antes de cruzar el túnel de Bracons, no hay autobuses que hagan el recorrido de manera directa, reduciendo el tiempo del viaje. Los fines de semana, cualquier desplazamiento obliga a hacer paradas turísticas en Vic o en otros pueblos de la Garrotxa.
Además de unas tarifas desproporcionadas, que no tienen comparación con territorios con alternativas más competitivas, las frecuencias tampoco favorecen el uso del autobús. Las franjas horarias son ridículas, con intervalos de hasta cuatro horas por la mañana sin ninguna salida hacia Olot, haciendo el servicio aún más deficiente.
En resumen, para un habitante de Olot cuyo coche se haya averiado y que necesite viajar a Barcelona un día laborable, el billete de ida y vuelta cuesta 37 euros y supone pasar casi cinco horas dentro de un autobús. En comparación, este trayecto en coche privado costaría menos de 30 euros y apenas tomaría dos horas y media entre ida y vuelta. Como ejemplo, yo mismo pagué 24 euros por ir de Olot a Barcelona, y después 15 euros por un tren de alta velocidad que me llevó a Madrid. Curiosamente, la alta velocidad no se considera un servicio esencial, mientras que Teisa sí.
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