
El peligro de la extrema izquierda
La extrema izquierda y su paradoja: justificando la intolerancia y la violencia mientras promueven la paz y el respeto
Enciendes la televisión, la radio, abres un diario o haces clic en un digital y todo son advertencias de peligro inminente: la extrema derecha. No se acaba de concretar bien qué es hoy en día la extrema derecha y lo hacen intencionadamente para, en cualquier momento, poder incluirnos a todos ahí. Sí, tú que estás tan tranquilo leyendo este artículo, mañana podrías ser acusado de extrema derecha si intentas tener criterio propio y, por ejemplo, no entiendes que Cataluña deba aportar 500.000 euros a la investigación del comportamiento no binario, poliamoroso y antipatriarcal de las hormigas de Tombuctú. Una investigación que, según parece, busca publicar un estudio pionero titulado Las hormigas y su poliamor: un modelo antibélico. Una causa totalmente justa, faltaría más. Hay quienes deben llevar el pan caliente a casa y tienen el apartado de experiencia en el currículum en blanco.
Eso de las hormigas pacifistas está muy bien sobre el papel, ellas no tienen que combatir ninguna extrema derecha, que sepamos. Ahora, en el mundo real, como diría Errejón, la gente no habla con consignas y ni siquiera actúa con ellas: aquellos que se declaran antibélicos son los primeros que actúan violentamente contra los adversarios políticos.
El pasado sábado, integrantes de la CUP atacaron un puesto de Aliança Catalana y dejaron a un hombre inconsciente. Cuando el hombre ya estaba en el suelo, la prioridad no era ayudarlo, sino seguir gritando consignas para demostrar que ellos son los guardianes del pensamiento correcto. No fuera a ser que, si lo asistían, alguien los acabara acusando de ser de extrema derecha.
La extrema izquierda se ha acostumbrado a establecer los estándares: en nombre de la tolerancia y la paz, justifican pisotear la discrepancia. Puede que, al final, tengan que encargar el estudio de las hormigas y aprender a convivir sin exterminar a nadie.
Más noticias: