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Estos jóvenes tan simpáticos de la CUP
Las hordas de la CUP consideran que las calles son suyas y proceden a expulsar a bofetadas a los impuros y desviados

¿Para qué sirve la CUP? Esta es una pregunta legítima, después de tantos años de calamidades. Para representar la "unidad popular" no, desde luego; ni para hacer la independencia ni para proponer nada que tenga que ver con la izquierda real. Hasta hace poco, solía verse a la CUP como una concesión a ese sector minoritario de gente intelectualmente mermada que ha de entretenerse con sus propias idioteces, porque no todo va a ser acostarse con policías españoles. Un día defendían el "trans-afro feminismo", otro a las comunidades indígenas de Papúa Nueva Guinea, otro convocaban tres mil asambleas preparatorias para reflexionar sobre el proceso de convocatoria de las asambleas. Pero este fin de semana las cosas pueden haber cambiado.
El ataque a un stand de Aliança Catalana (AC) en Les Corts, al grito de "fuera fascistas de nuestros barrios", es una señal de alarma que no puede ser desatendida. Un militante de AC acabó en el hospital después de (según explicaba TV3) "caer al suelo"; la tele pública se olvidó de explicar que el hombre fue asaltado por una turba que se quedó aplaudiendo y coreando consignas a su alrededor mientras estaba en el suelo inconsciente y las personas de bien que por allí quedaban pedían a gritos una ambulancia. Encabezando el ataque estaban una candidata "gorda y lesbiana", según sus propias palabras, y un macarra de la PAH de Granollers, entre otros Jinetes del Apocalipsis. Todos ellos sacaban pecho en X al día siguiente, jactándose de sus "acción antifascista".

En una palabra, para demostrar su oposición al fascismo esta gente toman las calles y zurran a los que piensan diferente. Con antifascistas como estos, quién necesita fascistas.
Durante los años calientes del Procés, las masas indepes solían corear aquello de "las calles serán siempre nuestras": pues bien, este es el resultado. Las hordas tumefactas de la CUP consideran que los barrios y las calles son suyas y proceden a expulsar a bofetadas a los impuros, a los indignos, a los desviados. No contentas con su rango de Concubinas de la Policía Nacional, las hermanas anticapitalistas quieren ahora mancharse las manos de sangre en la defensa de una Cataluña Islámica, rica en copas menstruales y travestis enloquecidos. Toda lógica ha sido abandonada, porque si un stand de la CUP hubiera sufrido un ataque equivalente ellos lo considerarían "fascista" y estarían llorando durante meses en toda tertulia de la Corpo.
Esta izquierda animalaria, eructante, malvada, ¿de qué sirve? ¿Qué gana el país dando cancha a estos valientes que atacan a personas mayores indefensas, a estas manadas de furia porcina? De nuevo estamos ante uno de los signos de los tiempos. Viene una época en que la política tal y como la conocimos ya no va a ser posible: para restaurar un ambiente mínimamente respirable, se van a necesitar unos trabajos de higiene previa. Apartar a esta gentuza del espacio público es ya cuestión de salubridad civil. Urge un restablecimiento de mínimos: si quiere usted jugar con nosotros, primero ha de entender que hay personas que piensan diferente y que no todo se soluciona practicando felaciones grupales a policías infiltrados. También se podría legislar un uso básico del desodorante, para ponerlos entre la espada y la pared. O enviarlos en nombre de la Cooperación Internacional a los dominios de Hamás, para que aprendan de primera mano las delicias del feminismo islámico.
Las calles, camaradas, nunca fueron vuestras ni nunca lo serán. Alguien va a tener que explicaros esto con paciencia, en el idioma que vosotros escojáis: si habéis escogido el lenguaje de las bofetadas, así sea.
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