Personas en una manifestación sosteniendo carteles que dicen "Alquiler es una tortura" y "Vivienda para todas" con un fondo de columnas arquitectónicas y un diseño gráfico en tonos rosados.
OPINIÓN

Las manifestaciones contra 'El negocio de la vivienda'

La izquierda tiene la capacidad de tomar un problema real, hacer un diagnóstico erróneo y lanzarse a campañas ridículas

Imagen del Blog de Octavio Cortés

La esencia del progresismo combativo es la siguiente: tomar un problema real, hacer un diagnóstico ridículo y luego lanzarse a campañas ridículas. Cuando los resultados que se obtienen son ridículos (como era de esperar), culpan al fascismo y vuelven a empezar. Con esto consiguen varias cosas: la primera, estar entretenidos, que no es poca cosa; la segunda, ocupar espacio en la prensa de izquierdas, que ensalza a los "nuevos líderes" hasta que estos comienzan a sufrir graves problemas de megalomanía y desconexión con la realidad, y terminan por culpar a la realidad de ser fascista.

Sirva todo esto de preámbulo para poder referirnos, con la debida ecuanimidad, a las deliciosas manifestaciones contra "el negocio de la vivienda" que han animado el país este fin de semana. En Palma se contaron unos 2.500 participantes (tres millones según los organizadores), es decir, una décima parte de los que, a la misma hora, estábamos viendo el partido en Son Moix entre el Mallorca y el Celta.

Un grupo de personas participa en una manifestación sosteniendo pancartas con mensajes en contra de los desahucios.

La líder del nuevo movimiento es una jovencita gritona, que apareció en redes diciendo que ellos "decretaban" el fin del "negocio de la vivienda" y llamaban a los inquilinos a "resistir" frente a los rentistas. El lema de la manifestación incluía menciones a la especulación, como podía esperarse.

Pues bien, he aquí una manera en que estas personas, en lugar de estar molestando con pancartas y megáfonos, pueden poner su granito de arena en la lucha contra la especulación capitalista: cuando vendan una propiedad (un piso, un coche, un patinete, lo que sea) que lo hagan por menos de lo que les costó; si tienen una tienda, lo que han de hacer es vender por debajo del precio de coste; si lo que venden son servicios, que cobren menos de lo que les cuesta a ellos prestar el servicio. Entonces descubrirán la verdadera sustancia del progresismo, que no es otra cosa que el camino directo a la miseria.

Las chicas de Podemos se han sumado a la causa (no hay calamidad social que no apoyen con toda la furia de su híper estupidez estrogénica) llamando a la expropiación de viviendas por vía sumaria. Porque acabar con la propiedad privada siempre ha conducido a la prosperidad, como es sabido. Eso sí, la cosa es acabar con la propiedad privada de los demás, que los chalets de Galapagar son recursos de unidad popular y combate anticapitalista.

La subida del precio de la vivienda, en realidad, no es más que otro síntoma de inflación desbocada. Y la culpa de un entorno económico de inflación desbocada no es responsabilidad del señor que alquila el piso que heredó de sus padres; de eso pueden estar seguros los inquilinos, con sindicatos y manifestaciones o sin ellas. Pero qué sabrán ellos. Ya han generado su loop de autobombo, su cámara de eco, fuera de la cual solo detectan fascistas. Una última pregunta, para todos estos izquierdistas ruidosos: ¿No llevan las izquierdas gobernando España más de seis años? Es para un amigo.

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