Dos hombres en primer plano con un fondo de un coche de policía y un diseño gráfico en tonos rosados.
OPINIÓN

Los Mossos tienen un problema

Como ciudadano, me preocupan tanto la inseguridad en Cataluña, como la politización de los Mossos d'Esquadra

Los Mossos tienen un problema. Y no es pequeño. En poco más de seis meses han permitido la entrada de un fugitivo en Cataluña, lo han dejado hacer un mitin en el centro de Barcelona, lo han dejado escapar de nuevo y no han sido capaces de impedir que tres individuos, quién sabe con qué objetivo, entraran de forma ilícita en el domicilio del secretario general del tercer partido del Estado, a pesar de contar con escolta policial.

Lo que vimos y vivimos el pasado mes de agosto, en el Arco de Triunfo de Barcelona, y lo que hemos conocido esta última semana, después de hacerse pública la denuncia de Ignacio Garriga de que habían entrado en su vivienda y lo habían revuelto todo, indican que los Mossos tienen un problema grave. Dos incidentes injustificables para cualquier cuerpo de seguridad que se han sucedido mientras los mandos policiales y políticos juegan a ser una policía de Estado, a pesar de no tener Estado.

Un hombre de traje habla en un podio con banderas catalanas ondeando a su alrededor y un edificio de ladrillo al fondo.

Ambos hechos, el primero por el fuerte despliegue policial que diseñaron para la supuesta detención de Puigdemont, y el segundo por el hecho de que Garriga sea el diputado con el dispositivo de seguridad más fuerte para proteger su integridad física y la de su familia, evidencian que la policía autonómica no siempre se toma en serio las atribuciones que tiene conferidas. En este caso, la de policía judicial y la de protección de las autoridades. Y esto no es aceptable en una policía que aspira a ser de Estado.

Soy reiterativo con esto de la policía de Estado, sí, lo sé. Pero es que ambas cosas, además de la delincuencia en las calles de Cataluña, han ocurrido mientras los políticos independentistas y socialistas manejan la seguridad pública. Utilizan los Mossos como moneda de cambio, asignándoles funciones que corresponden al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil, a pesar de no tener ni la preparación, ni las herramientas, ni suficientes efectivos para asumirlas.

Solo por el hecho de ser más que las otras comunidades autónomas y con una clara voluntad de avanzar, también con la autonomía policial, hacia una Cataluña cada vez más independiente de España. A pesar de que Pedro Sánchez y Salvador Illa repitan muy a menudo que el Procés ha terminado.

Policías de espaldas vigilando una fila de personas en un aeropuerto.

Como ciudadano, tanto lo de Puigdemont, como lo de Garriga, como la inseguridad en Cataluña, me preocupa. Pero me preocupa tanto o más, también, esa politización de la policía autonómica. Cómo, mientras juegan a ser el FBI, los delincuentes hacen lo que quieren por nuestras plazas y calles. Y cómo los ciudadanos, una vez más, sufrimos las consecuencias de un mercadeo entre políticos por el simple hecho de mantenerse en el poder.

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