
La izquierda y los aranceles
Con la 'guerra arancelaria' en marcha, la izquierda se ve obligada a oponerse a ella porque ha sido idea de Trump

Lo divertido de la izquierda es que, a falta de argumentos razonables, solo usan eslogans de repertorio. En el caso de Trump, la idea es que es un nazi que va a acabar con la democracia. No parece que Trump sea un partidario de un imperio alemán de mil años basado en la supremacía racial de los arios, pero es da igual. ¿Qué es lo que sucede ahora que ha comenzado la "guerra arancelaria"? Que tienen que oponerse (porque hay que rechazar cualquier cosa del nazi Trump) pero no tienen un solo motivo lógico, de modo que se limitan a gritar en redes sociales.
Para empezar, con las caídas del mercado de valores, Trump ha castigado en una semana a los malvados especuladores financieros más que toda la izquierda junta en los últimos treinta años. Resulta maravilloso ver el amor repentino de los progresistas por las corporaciones multinacionales y los beneficios de los especuladores financieros.

¿Qué podrían decir? Desde siempre la izquierda se opuso a la globalización. Pues bien, Trump ha liquidado la globalización en 24 horas: se acabó eso de deslocalizar la producción a países del tercer mundo para beneficiarse de la mano de obra barata. Desde la cumbre de Génova en 2001, este era uno de los propósitos de la izquierda. Pero oh, como la cosa viene de la mano del nazi Trump ahora hay que estar en contra.
Europa está desconcertada, porque Europa es un despropósito. Si nos quedara algo de soberanía política, podríamos participar de los nuevos tiempos políticos y acabar con disparates tales como el hecho de que España esté importando fruta. Basta con poner unos bonitos aranceles del tamaño de la cátedra de Begoña a la fruta marroquí y devolver a los productores nacionales su lugar en el mercado.
También podríamos hacer como Trump y cerrar nuestras fronteras a la inmigración ilegal, de manera que el mercado laboral, el mercado inmobiliario y las ayudas sociales volvieran a estar a disposición de los ciudadanos españoles. Pero no: hay que clamar contra el fascismo y mirar a los cielos esperando que llegue en algún momento el desastre climático que llevamos esperando desde que Al Gore era vicepresidente.

Tampoco quiere la izquierda aumentar el gasto en defensa, si no es en la defensa de Ucrania. Para nuestras fuerzas armadas, piden que el gasto sea "no militarista" (nadie sabe qué significa semejante estupidez), pero al ejército ucraniano, que está luchando una guerra perdida donde se acumulan miles de muertes absurdas, hay que mandarle miles de millones para que se lo gasten en armas que luego van directas al mercado negro.
En resumen, en un nuevo esquema geopolítico en que el eje izquierda-derecha no es herramienta de análisis suficiente, se han quedado nuestras izquierdas con el culo al aire. Esta misma semana, el President Illa convocaba a las fuerzas sociales a una reunión para "dar una respuesta contundente a Trump", después de lo cual el mandatario americano, aterrorizado, necesitó una alta dosis de calmantes para poder conciliar el sueño. Los tiempos están cambiando, pero la idiotez de nuestros gobernantes permanece estable, inalterada, intacta. Más nos vale prepararnos.
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