Dos hombres con traje aparecen en la imagen, uno de ellos está serio en primer plano y el otro sonríe en el fondo sobre un diseño gráfico de fondo rosa.
OPINIÓN

La insoportable levedad del PP

El PP no está aquí para dar la batalla cultural, sino para coger el relevo del PSOE, como en una carrera de resistencia

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Según el célebre tratado de Carlo M. Cipolla sobre la estupidez humana, la diferencia entre el malvado y el estúpido es que ambos producen daño, pero al menos el malvado consigue sus objetivos. Esta parece ser, a día de hoy, la taxonomía adecuada para el eje PSOE-PP. Ambos están destruyendo todo lo que es bueno, noble y justo en este mundo, pero unos consiguen sus objetivos (el PSOE), mientras que los otros lo estropean todo y nada consiguen a cambio (el PP).

Tómese por ejemplo el reciente entusiasmo veraniego del PP por los festejos del Orgullo durante el mes de junio. Hasta el mismo Núñez Feijóo llegó a publicar un post sobre "amar a quien se quiera amar" o algo parecido, quizás con la idea de que el empujoncito que la falta para la mayoría absoluta vendrá de votantes necesitados de coaching erótico-sentimental. Recuérdese la forma en que el PP apoyó a Kamala Harris o su apoyo sin fisuras a los aquelarres feministas del 8-M. O la docilidad extrema que muestran ante la llamada "cuestión climática" o las políticas inflacionistas del Banco Central Europeo (BCE).

Hombre hablando en un atril con el texto Toma Partido por España haciendo un gesto con la mano y banderas de España y la Unión Europea de fondo

Tenemos, pues, dos versiones de la socialdemocracia globalista, una malvada y una estúpida. El auge de VOX o Aliança Catalana no responde a ninguna radicalización de la población, sino a que el electorado ve bien que exista una opción conservadora, tradicional, centrada en torno a la seguridad, el respeto a las fronteras y la identidad nacional. El mundo está tan enfermo de wokismo que esas cosas son calificadas hoy, directamente, de "nazismo".

El problema es que el PP es el principal causante del deslizamiento hacia la izquierda del equilibrio político tradicional. Una vez ha entendido que por la derecha no puede ganarle votos a VOX, se mueve hacia el centro-izquierda en busca de votantes socialistas descontentos. Entonces el PSOE hace lo mismo y se mueve hacia la extrema izquierda en busca del voto piojoso/podemita/batasuno. Y la extrema izquierda, ya volando sobre el abismo, se pone en manos de Hamás y el gobierno iraní.

La alternancia política es una pura broma, desde el momento en el que Sánchez y Feijóo se dejan fotografiar con el pin de la Agenda 2030 en la solapa. ¿En qué podríamos notar la diferencia si el PP llega al poder? Ministras un poco menos chillonas y poco más. Coinciden en todo lo fundamental. Nadie en su sano juicio cree que el PP vaya a derogar la Ley de Violencia de Género, la Ley Sí es Sí, la Ley de Memoria Democrática, la Ley Trans, la maraña de legislaciones pro-LGTB, la Ley del aborto o las políticas centradas en el llamado "cambio climático".

Dos hombres con gafas conversan en un evento, uno de ellos susurra cubriéndose la boca mientras el otro escucha atentamente

Tampoco va a reducir en lo más mínimo el tamaño babilónico de las administraciones, el gasto público o la carga fiscal de empresas y particulares. No va a acabar con la dependencia del poder judicial respecto del legislativo, ni a enmendar la ley electoral, ni a cerrar en veinticuatro horas las televisiones públicas. En una palabra, vivimos bajo un sistema unipartidista.

Allí donde ha triunfado la "revolución conservadora" (Trump, Bukele, Milei, Meloni, Orban) el votante ha optado por una total impugnación del sistema, un auténtico golpe de timón. Pero el PP no va a dar la batalla cultural, porque básicamente el PP no está aquí para dar batalla sino para coger el relevo de su compañero fatigado, como en una carrera de resistencia. La legislatura de Rajoy acabó con el escaño presidencial ocupado por el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría y nadie notó la diferencia. Lo que viene ahora es el puro sopor. Rajoy al menos hacía chistes de vez en cuando.

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