Dos mujeres con pañuelos azules en el cuello gritan frente a micrófonos, al fondo hay un mural con grafitis y una bandera estelada ondea en primer plano
OPINIÓN

Helados en Gracia, pregones en Sants: el manicomio 'indepe'

Parece que la prioridad ya no es la liberación de la nación catalana, sino de Palestina, para ser gobernada por Hamás

Imagen del Blog de Octavio Cortés

La Revolución de las Sonrisas, que convocaba a cientos de miles de personas vestidas de colorines, ha acabado tomando la forma de reseñas hostiles contra una heladería. El 'Derecho a Decidir' y los 'Tsunamis' varios han acabado convertidos en un movimiento propalestino histérico de veinteañeras que gritan desde los balcones como si hubieran visto el historial del navegador web de Antonio Baños. Este es el estado del independentismo a finales del verano de 2025.

Comencemos por los helados. Cualquier estratega sabe que uno tiene que escoger sus batallas, elegir en qué trincheras está dispuesto a morir. Pues bien, resulta que, en la cima de la ceguera política, el independentismo ha optado por... ¡Discutir con argentinos! Repetimos: discutir con argentinos. Hace falta ser un incauto de concurso, o una persona muy poco viajada, o padecer algún déficit cognitivo terminal.

Persiana de una heladería con grafitis de colores, pintadas azules y varios adhesivos amarillos y blancos en la parte superior

Una heladería de Gracia pidió a una clienta (mujer que vive el infierno doméstico de estar casada con un regidor de ERC) que hiciera su comanda en castellano y la tormenta se desató. Lo curioso del asunto es que la revuelta ha sido impulsada desde la izquierda indepe, es decir, el sector que considera que los españoles son colonos, pero el Ramadán es cultura catalana.

A estas personas, sumidas en pozos interiores de imbecilidad oscurísima, no les inquieta que haya cientos de negocios que solo rotulan en árabe, o en pakistaní, o en el idioma de los esquimales. Pero si alguien emplea el castellano (idioma oficial de Cataluña) les sube el patriotismo hasta ponerles a las puertas del ictus.

Entiéndase bien la postura de este cronista: tiene todo el sentido la defensa del derecho a que en el comercio se pueda emplear el catalán, incluso son loables las campañas de "mantinc el català". Lo que roza el absurdo es pretender ser monolingüe en un territorio bilingüe y no padecer incomodidad alguna. Si vas a la guerra, no pidas trincheras confortables.

Luego tenemos la bonita estampa del pregón de las fiestas de Sants, a cargo de dos activistas feminoides propalestinas que se dedicaron a clamar contra la "extrema derecha" para acabar profiriendo alaridos subhumanos, desprovistos de cualquier carga semántica.

Normalmente este tipo de procedimientos (chillar de manera irracional cuando uno no consigue lo que quiere) son superados en la primera infancia, porque son restos de la pulsión primitiva del lactante que no tiene a su alcance otros recursos. Las pregoneras, por lo que se ve, no han superado esta fase. Esperemos que al menos hayan conseguido el control de los esfínteres.

Lo que está claro es que la liberación de la nación catalana ya no importa a nadie: ahora de lo que se trata es de liberar Palestina, para que pueda ser gobernada por Hamás sin que nadie ponga el menor impedimento. De hecho, a final de mes va a zarpar una nueva flotilla de Perroflautas Contemplativos para "romper el bloqueo" al que está sometida la franja de Gaza.

Hombre de cabello canoso y barba hablando en una conferencia de prensa con un fondo que tiene el logo del Ayuntamiento de Barcelona.

Cómo les gusta navegar en verano, con sus porros y sus panderetas, a toda esta pandilla de ultraizquierda. Juegan sobre seguro, porque ya han aprendido que tendrán que dar media vuelta y podrán volver a casa para dar ruedas de prensa heroicas antes de cenar.

La versión institucional de las flotillas la ha protagonizado el insigne alcalde Collboni, intentando ingresar en territorio de Israel después de promover la ruptura de relaciones con Israel. Quizás se pensaba que le recibirían con orquestas, coros y danzas. Después de su intento frustrado, el alcalde viajó rumbo a Jordania, donde se le ha perdido la pista.

Exactamente, qué tiene que hacer el alcalde de Barcelona en Jordania, nadie lo sabe, pero bienvenida sea toda ausencia. De hecho, lo mejor sería que Collboni, las pregoneras y los marineros de las flotillas se quedaran por allí mucho tiempo, años enteros, de modo que nosotros pudiéramos vivir en paz.

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