Mujeres con hiyab protestando, una bandera de Palestina ondeando y un collar con la estrella de David al fondo sobre un fondo rosa
OPINIÓN

El enemigo en tu casa

Si Europa no recupera el coraje moral para defender sus principios, cederá terreno a una ideología que los desprecia

Solo era necesario un chispazo para que el antisemitismo, que se encontraba apaciguado luego del Holocausto, brotara nuevamente en Occidente de un modo desenfrenado, y el conflicto de medio oriente ha sido la mecha que ha encendido esa bomba.

Pero no crea usted, estimado lector, que el rebrote ha sido espontáneo, o que la campaña va solo contra los judíos; esto apenas comienza por allí. Se ha aplicado una campaña cuidadosamente elaborada por parte de los odiadores del modo de vida democrático; como parte de una herramienta más a utilizar para la conquista de occidente.

Las guerras ya no se pelean solo en los frentes de batalla, hoy las comunicaciones y la economía permiten que grupos extraños a los valores de las naciones libres utilicen otros métodos, no tan bélicos, para la conquista de la sociedad donde usted vive.

Hombre de perfil rezando al aire libre con una iglesia antigua de fondo en un día soleado

El plan tiene varias aristas, coordinadas con precisión:

1) La expansión del Islam en Occidente es consecuencia de una política migratoria ciega y de una corrección política paralizante que ha dejado espacio libre a ideologías incompatibles con la civilización democrática y judeocristiana europea. Dentro de comunidades de inmigrantes, que difícilmente se adaptan al modo de vida de los países donde se asientan, anidan grupos radicales partidarios de la Yihad, la 'Guerra Santa' que busca imponer la Sharía. Mezquitas financiadas por potencias islámicas promueven interpretaciones rigoristas (wahabismo, salafismo), incompatibles con valores democráticos occidentales.

El antisemitismo, antes reducto de una ultraderecha marginal, ha encontrado nuevos portadores entre algunas comunidades musulmanas recién llegadas, que importan una visión religiosa e histórica profundamente hostil al pueblo judío. Las instituciones judías deben ser custodiadas de manera permanente por fuerzas de seguridad, no así las mezquitas. Basta caminar por ciertos barrios de París, Malmö o Bruselas para constatarlo: ser judío es hoy un riesgo, especialmente si se lleva kipá o una estrella de David. Bastantes familias emigran a Israel por sentirse perseguidas en la tierra que una vez prometió "Nunca Más".

2) En el plano académico, la inserción ideológica ha sido debidamente estimulada: Fondos millonarios de Catar y Arabia Saudita financian cátedras universitarias en Europa y EE. UU. donde se promueve un odio militante que deforma la historia de Israel, relativiza el Holocausto y blanquea la violencia islámica.

El discurso antijudío se camufla hoy bajo el rótulo de "antisionismo", una palabra que en la práctica significa aversión al Estado de Israel y justificación de la violencia contra los judíos, dentro y fuera de sus fronteras.

La izquierda radical occidental —curiosamente aliada del Islam político— juega aquí un papel nefasto. En nombre del "antirracismo" y los "derechos de los pueblos oprimidos", justifica una ideología retrógrada, antidemocrática, misógina y profundamente antisemita. La alianza roja-verde, como la llama el filósofo Alain Finkielkraut, ha hecho posible lo impensable: que el antisemitismo regrese con legitimidad moral. Esta izquierda hace gala de una capacidad de captación y movilización que lleva a personas que esconden sus rostros a manifestarse por la "Intifada", lo que es, lisa y llanamente, una cacería humana de judíos.

Personas en una sala levantando el puño y cantando o gritando, con asientos rojos y una multitud al fondo.

Se utiliza el discurso de la "islamofobia" para deslegitimar cualquier crítica al Islam político, al Corán o a la cultura islámica, equiparando incluso el análisis crítico con odio racial. Esta estrategia busca inmunizar al Islam de la crítica, incluso académica o laica.

3) La economía y el mundo empresarial son otras víctimas en Occidente de las ideologías totalitarias. Según parece, el dinero huele bien. Fondos relacionados al Islam han adquirido desde medios de prensa y productoras de energía, hasta equipos de fútbol y tiendas multimarcas. Esto apunta a la dominación de los mercados y las opiniones, ya que importantes empresas icónicas adquiridas por sus fondos de inversión son anunciantes en periódicos y otros medios, además de mantener relaciones cercanas al poder político.

El yihadismo militante desarrolla también un importante activismo judicial, atacando a cualquiera que se exprese oponiéndose a sus batallas hacia la creación del Califato Universal.

4) Por el lado de las instituciones públicas, la situación no mejora. Más allá de la dominación con sus votos en algunas importantes entidades políticas como la ONU; una gran mayoría de ONG dedicadas a combatir la pobreza y ayudar a refugiados, han sido captadas por la izquierda radical asociada al yihadismo. Desde allí se lanzan boicots a comercios de propietarios judíos, además de propaganda política, flotillas de la libertad, junto a críticas y presión sobre cualquier evento cultural o deportivo donde participen israelíes o hacia artistas que deciden actuar en Israel.

5) La propaganda está al servicio del islamismo radical. Las redes sociales cuentan con un ejército de trols que difunden mentiras y deformaciones de la realidad. Literatura y filmografía hacen una inversión de los hechos acusando al Ejército de Defensa de Israel de realizar los actos que ellos cometen, como la decapitación, el asesinato de bebés, la violación y los actos aberrantes ocurridos no solo el 7 de Octubre del 2023. Cuentan con fondos suficientes para pagar a sus esbirros y realizar falsos videos donde disfrazados de soldados judíos simulan asesinar niños.

Tradicionales e importantes medios de prensa occidentales están en manos ya de agitadores que no se detienen en la difusión de falacias que llegan a cada hogar del mundo occidental.

Una multitud se reúne frente a un edificio histórico, ondeando banderas de diferentes colores.

6) En la política no es mejor el panorama. La cantidad de votos de partidarios del Islam asociados a la izquierda mueve a políticos de las democracias hacia actitudes y declaraciones reñidas con sus responsabilidades como conductores. Abandonan a sus comunidades judías y crean un clima de agresividad permanente. El conflicto les sirve también de pantalla para cubrir sus faltas y fallas; para algunos presidentes europeos parece ser que no existiera otro conflicto en el mundo más allá del medio oriente. Nunca hacen mención a la persecución de cristianos o a los verdaderos genocidios que se comenten en distintas geografías.

Cabe destacar la cantidad de inmigrantes que asumen cargos en parlamentos y alcaldías de ciudades europeas y desde sus apoltronadas butacas se dedican a apoyar cualquier manifestación antisemita.

No solo la expansión del Islam político es alarmante, sino la pasividad culpable de nuestras élites. Por miedo a ser acusados de "islamofobia", algunos periodistas, ministros y académicos prefieren callar mientras se persigue al judío con total impunidad.

Lo que no se dice es que el antisemitismo islámico no es un fenómeno marginal. Está arraigado en ciertas interpretaciones del Corán y promovido activamente por predicadores, medios y escuelas alineadas a una ideología woke que se benefician de subsidios estatales. Las víctimas son siempre las mismas: mujeres, disidentes, y, sobre todo, los judíos.

Europa se enfrenta a una decisión histórica. O recupera el coraje moral de defender sus principios —libertad de expresión, igualdad ante la ley, derechos humanos— o se resigna a ceder terreno a una ideología que desprecia todo eso. Defender a los judíos no es un acto de simpatía. Es un deber ético y civilizatorio. Porque cuando el antisemitismo vuelve a campar a sus anchas, el colapso moral de Occidente ya ha comenzado.

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