
Este pueblo de Cataluña es precioso y esconde algo muy curioso: visita obligada
Asentado sobre un risco basáltico y rodeado de ríos, se ha ganado un lugar entre los rincones más bonitos de Cataluña
Cataluña guarda decenas de pueblos preciosos que muchos desconocen. Rincones pequeños donde el paisaje y la historia se encuentran en cada esquina. Allí, la vida transcurre sin prisa, entre calles estrechas y plazas tranquilas.
Adentrarse en estos lugares es volver a un ritmo pausado. Algunos se asoman al mar, otros viven rodeados de montañas, y hay quienes parecen suspendidos sobre la roca. En todos ellos se respira calma, tradición y un fuerte vínculo con la naturaleza.

Entre todos estos destinos destaca un lugar que, pese a su reducido tamaño, ha sabido atraer la atención de viajeros curiosos. Su silueta, vista desde la distancia, resulta difícil de olvidar.
El pueblo colgado sobre la roca volcánica
Este pueblo tiene un origen volcánico que lo hace diferente a cualquier otro. Sus calles se levantan sobre una colada de lava solidificada, convertida en un risco de basalto de casi un kilómetro de longitud y unos 50 metros de altura. Esa geografía tan característica lo convierte en uno de los lugares más singulares de Cataluña.

Hablamos de Castellfollit de la Roca, en la comarca de la Garrotxa. Con apenas 950 habitantes es uno de los municipios más pequeños de Girona, pero también uno de los más llamativos. Forma parte del partido judicial de Olot y es además la sede de la única cantera de basalto activa en España.
Al pasear por sus calles estrechas sentimos la fuerza de la naturaleza bajo los pies. El pueblo se levanta sobre la confluencia de dos ríos, el Fluvià y el Toronell. Estos han moldeado la roca durante siglos y han creado un entorno espectacular.
Qué ver en Castellfollit de la Roca
Si caminamos por el casco antiguo, pronto aparece la Antigua iglesia de Sant Salvador. Situada en el extremo del risco, ofrece unas vistas únicas del paisaje que rodea el pueblo. Desde allí se dominan los valles y el río Fluvià que bordea la roca.

Siguiendo hacia el interior nos encontramos con un entramado de calles estrechas y casas de piedra que parecen colgar sobre el acantilado. Al recorrerlas se tiene la sensación de avanzar por un lugar suspendido en el aire, con una postal nueva en cada esquina.

Si seguimos andando hacia el río Fluvià, contemplamos la grandiosidad del risco desde abajo. Desde esa perspectiva, el perfil de Castellfollit recortado contra el cielo impresiona aún más. Muy cerca, el río Toronell se une al Fluvià, rodeando el casco urbano y completando el marco natural.

En el centro encontramos plazas tranquilas donde los vecinos realizan sus recados con calma, y servicios como piscinas municipales y parques infantiles que mantienen vivo el día a día del pueblo. Pero si algo convierte a Castellfollit en un lugar inolvidable es su entorno natural.
El risco basáltico y los ríos que lo rodean hacen de Castellfollit un lugar especial. Estar a un paso del Parque Natural refuerza su atractivo como uno de los grandes miradores paisajísticos de Cataluña.

Un pueblo para perderse sin prisa
Castellfollit de la Roca es un lugar donde la naturaleza y la historia se encuentran de forma espectacular. Sus casas parecen desafiar el vacío, su iglesia vigila desde lo alto y sus calles invitan a perderse sin prisa.

No es un destino masificado, sino un rincón que conserva la esencia de los pueblos pequeños. Pasear por allí es descubrir un ritmo distinto, marcado por la calma y el silencio.
En este rincón de la Garrotxa, colgado sobre la roca volcánica, se entiende por qué muchos lo consideran uno de los pueblos más singulares y bonitos de Cataluña.
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