Fotomontaje con una imagen de fondo de Llívia, y al frente una bandera catalana
SOCIEDAD

El curioso pueblo catalán rodeado completamente por otro país: una maravilla

Calles empedradas, historia y vistas pirenaicas convierten este enclave en uno de los pueblos más bonitos de Cataluña

Cataluña está llena de pueblos con encanto, pero también de rincones que sorprenden por su historia y su ubicación. Calles tranquilas, paisajes de montaña y tradiciones centenarias conviven con historias que parecen imposibles.

Hay pueblos divididos entre Francia y España, como es el caso de El Pertús. Este no es el caso de Llívia: aquí todo el pueblo pertenece a España, aunque geográficamente se encuentra rodeado por completo de territorio francés. Es una localidad que, pese a estar aislada en medio de la región francesa del Rosellón, forma parte de la provincia catalana de Girona.

Vista panorámica de un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y montañas al fondo

El enclave español en Francia

Llívia está situada en plena comarca de la Baja Cerdaña, a más de mil metros de altitud. Está rodeada de montañas, valles verdes y pequeñas aldeas francesas. Para llegar desde el resto de Cataluña, hay que cruzar varios kilómetros de territorio francés.

Mapa que muestra la ubicación de Llivia en el noreste de la península ibérica, destacando su enclave fronterizo

Este curioso estatus se debe a un tratado del siglo XVII. Cuando España cedió varias poblaciones a Francia tras la firma del Tratado de los Pirineos, Llívia quedó fuera del acuerdo porque tenía la categoría de villa y no de simple pueblo. Ese detalle legal hizo que permaneciera en territorio español, pese a estar rodeada por Francia.

Vivir en un enclave trae situaciones curiosas. Los vecinos, españoles, están acostumbrados a cruzar la frontera cada vez que salen de casa. Compras, colegios o gestiones médicas implican convivir de manera natural con el día a día francés.

Patrimonio y rincones con encanto

Además de su curiosidad geográfica, Llívia destaca por su núcleo histórico, con calles empedradas y casas de piedra que conservan la esencia pirenaica. En el centro se levanta la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, un templo gótico que domina el perfil del pueblo.

Iglesia de piedra antigua con torre y reloj bajo un cielo nublado rodeada de árboles sin hojas

Uno de los grandes orgullos locales es la farmacia Esteve. Fundada en el siglo XV, está considerada una de las farmacias más antiguas de Europa. Hoy se conserva como museo, con frascos de cerámica, libros de fórmulas y utensilios médicos de siglos pasados.

Antigua botica con estanterías de madera decoradas con retratos y frascos de cerámica azul y blanca sobre los estantes

El entorno natural también es un atractivo. Desde el pueblo parten rutas de senderismo que recorren valles, bosques y prados. En invierno, la proximidad a estaciones de esquí de la Cerdaña lo convierte en un punto de partida ideal para los amantes de la nieve.

Paisaje de campo con árboles de diferentes colores y montañas al fondo bajo un cielo azul con algunas nubes blancas

Historia viva en cada rincón

Más allá de su farmacia histórica, Llívia fue un enclave de gran importancia en la Edad Media. Su castillo, hoy en ruinas, fue durante siglos un punto estratégico en la frontera. Aunque solo quedan restos, las vistas desde lo alto permiten entender por qué este lugar fue tan disputado.

Vista aérea de una antigua fortaleza de piedra rodeada de vegetación y caminos en una zona montañosa

Las calles del casco antiguo muestran todavía el trazado medieval. Plazas pequeñas, soportales y edificios de piedra cuentan la historia de una villa que resistió el paso de los siglos y supo conservar su carácter.

Un pueblo que sorprende al visitante

Lo que más atrae a quienes llegan a Llívia no es solo su patrimonio, sino la sensación de estar en un lugar singular. Pasear por sus calles sabiendo que, al salir, se entra en otro país es una experiencia difícil de repetir en otros rincones de Europa.

Vista panorámica de un pueblo con una iglesia de torre alta rodeada de casas, vegetación y montañas al fondo al atardecer

Quizá por eso, pese a su tamaño reducido, Llívia despierta tanta curiosidad. No es solo un pueblo de montaña con encanto. Es también una rareza geográfica que invita a descubrir la historia y la belleza de la Cerdaña desde un punto de vista único.

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