
Yolanda Díaz saca los colores a Pedro Sánchez por su sumisión a Puigdemont
Después del discurso tan duro de la vicepresidenta contra Junts, el PSOE tiene que intentar apagar el fuego
Yolanda Díaz ha elevado el tono contra Junts tras el fracaso de la votación de la reducción de la jornada laboral. La líder de Sumar acusó a la formación de Carles Puigdemont de ejercer “chantaje” durante la negociación, asegurando que exigían condiciones ajenas al proyecto legislativo. “Yo tengo mis límites y no voy a entregar mi país. Tengo principios”, afirmó en una entrevista en Onda Cero.
Díaz no aclaró si esas demandas tenían relación con la autodeterminación de Cataluña o con una financiación singular. La vicepresidente dejó caer que Puigdemont intentaba utilizar su posición clave en el Congreso para condicionar toda la agenda del Ejecutivo. “En una negociación no se puede condicionar el absoluto, el todo”, señaló, marcando una línea roja frente a Junts y al mismo tiempo poniendo en evidencia la debilidad de Pedro Sánchez.

Sánchez se desmarca
La ausencia del presidente del Gobierno en el debate parlamentario no pasó inadvertida. Mientras Díaz defendía la medida estrella de su ministerio, Sánchez se mantuvo al margen y el PSOE intentaba desvincularse del fracaso, atribuyéndolo a Sumar. La propia ministra dejó claro que nadie en el ala socialista le pidió retirar el proyecto, pero subrayó que ella estaba convencida de sacarlo adelante.
En la bancada socialista, según Díaz, había entusiasmo, pero lo cierto es que en Ferraz la estrategia ha sido minimizar los costes para Sánchez. Para el PSOE, Junts juega su propia partida. Es decir, recordar al Gobierno que sus siete votos son imprescindibles no solo para medidas sociales, sino sobre todo para la negociación de los Presupuestos. De esta manera, Díaz parece haber descubierto el funcionamiento de su propia coalición.

Un choque con doble trasfondo
La confrontación con Junts pone de relieve dos dinámicas simultáneas. Por un lado, la estrategia de Puigdemont de tensar la cuerda y hacer valer cada voto; por otro, la pugna interna dentro del Ejecutivo entre socialistas y Sumar. Para Díaz, el fracaso en la votación no supone un final, sino un punto de partida. “No hay marcha atrás. Esta medida está ganada en la calle”, insistía.
El episodio refleja, una vez más, las contradicciones del Gobierno “Frankenstein”, en el que coexisten fuerzas con intereses opuestos. Y sitúa a Sánchez en el punto de mira por su silencio. Mientras tanto su vicepresidenta denuncia públicamente la sumisión del Ejecutivo a las exigencias de sus socios (de los cuales ella forma parte).
Ahora, con Díaz fuera de juego, el PSOE entra en la partida, y, según hemos sabido, el ministro Bolaños ya se ha reunido con Míriam Nogueras. El ministro tiene la misión de apaciguar a Junts después del duro discurso que hizo Díaz contra ellos. De fondo, late la dinámica de encuentros y desencuentros entre Sánchez y Puigdemont, dos personajes que se necesitan mutuamente.
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