Xavier García Albiol, de estigmatizado a político de moda en Cataluña
El fracaso de la izquierda y los cordones sanitarios explican el éxito de su modelo en Badalona
Un mensaje recorre estos días las calles y las redes sociales en Cataluña: Albiol arrasará en las próximas elecciones municipales.
El alcalde de Badalona se ha convertido en el político de moda por su mano dura contra la delincuencia y la okupación. Su enfrentamiento cara a cara con un okupa ha acabado por disparar su popularidad. Pero, ¿cómo ha pasado de ser un político estigmatizado como racista y de extrema derecha a ser el político de moda en Cataluña?
Su caso demuestra varias cosas, como el cambio de paradigma en Cataluña y el fracaso de la izquierda y el procesismo. Porque su modelo de éxito basado en el orden y la seguridad va más allá de la ideología y encuentra también adeptos en la izquierda. Entre quienes hace unos años le llamaban racista y ahora lo ven como necesario.
Parte de la popularidad de Xavier García Albiol se basa en sus orígenes populares y su arraigo local. Nacido y crecido en el barrio de La Morera de Badalona, Albiol es un hombre hecho a sí mismo. Hijo de un camionero y una peluquera, se graduó en Derecho y empezó su carrera política como concejal en solitario del PP en 1991.
Ser concejal del PP en los años de plomo del pujolismo le enseñó a navegar contra la adversidad, con la sola convicción de sus ideas. Esa fue precisamente su principal virtud, la de la resistencia. Con los años fraguó una fórmula del éxito basada en la cercanía, la campaña permanente y la agresividad comunicativa.
Albiol escaló rápidamente en la jerarquía interna del PP nacional, a la vez que aprovechaba la fractura de la izquierda en Badalona. Así fue como llegó a alcalde en 2011 con mayoría simple, y fue entonces cuando empezó a labrarse su fama de racista y extrema derecha.
El alcalde de Badalona llegó a ser denunciado por relacionar a los gitanos rumanos con la delincuencia. Fue absuelto de todos los cargos, pero la campaña de la izquierda eclosionó a raíz de su campaña “Limpiando Badalona”.
Xavier García Albiol quedó instaurado como el representante de la extrema derecha en una Cataluña dominada por la hegemonía de la izquierda y el procesismo en ciernes.
Contra todos
Albiol ganó las elecciones en 2015 y en 2019, pero el cordón sanitario de la CUP, el PSC y ERC le dejó en la oposición. Su triunfo por mayoría absoluta en 2023 es el resultado de un doble proceso. Por un lado el fracaso de las políticas de la izquierda, y por otro el efecto contraproducente del cordón sanitario.
Dicho de otra forma, Albiol aumentó su popularidad gracias paradójicamente a su aislamiento mientras la izquierda demostraba su incapacidad. La degradación de Badalona, a merced de la inseguridad creciente y la presión migratoria, situaron a Albiol como la solución. El fracaso del gobierno de Dolors Sabaté que dejó Badalona al borde del desastre hizo que incluso los votantes de la izquierda apostaran por él.
Pero el éxito de Albiol no podría entenderse sin la normalización de sus propuestas, y esto tiene que ver con el cambio de hegemonía cultural. Lo que hace veinte años era estigmatizado como ultraderecha ahora se ve como propuestas racionales para revertir el proceso de degradación que padece Cataluña.
El mejor ejemplo es el de la okupación. Mientras la extrema izquierda hace manuales de okupación, Albiol se enfrenta cara a cara con los okupas. Defendiendo el derecho de los vecinos y los pequeños propietarios frente a los okupas, se presenta como el defensor del pueblo ante el fracaso de la izquierda.
Albiol hace tándem con Alejandro Fernández al frente del Partido Popular en Cataluña, en pleno auge de la formación. Su nombre hace tiempo que suena como el líder perfecto de la derecha constitucionalista en Catalula, pero el auge de Fernández bloquea su ascenso. Pero ahora mismo es un activo imprescindible para seguir con el proceso de auge del PP en la Cataluña posprocesista.
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