
La ruptura total entre ERC y Junts en Madrid anticipa una nueva guerra en Cataluña
Tanto unos como otros ven imposible la reconciliación y preparan el asalto final
La ruptura ERC-Junts en el Govern de la Generalitat, en otoño de 2022, fue un punto de inflexión de las relaciones entre ambos partidos. Desde entonces, la reconstrucción de la unidad independentista se ha visto entorpecida por el ego de sus dos líderes, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. Pero también por la complejidad del nuevo escenario, con varios frentes abiertos en Bruselas, Madrid y Cataluña.

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont escenificaron una voluntad de acercamiento tras ser elegidos hace unos meses como presidentes de ERC y de Junts. Junqueras visitó en enero la Casa de la República en Waterloo, como prueba de esa voluntad. Pero las tiranteces en el Parlament, y sobre todo la ruptura total de las relaciones en Madrid, impiden por ahora cualquier reconciliación.
Es más, el espectáculo ofrecido la semana pasada por Gabriel Rufián en el Congreso de los Diputados anticipa una nueva guerra en Cataluña. Oriol Junqueras y Carles Puigdemont están esperando el momento adecuado para salir a escena y librar una última batalla del procesismo. Los dos quieren presidir la Generalitat en las próximas elecciones catalanas, en 2028.
La guerra procesista estalla en el Congreso
ERC y Junts llevan a cabo una guerra de baja intensidad en el Parlament, donde por ahora prima la prudencia y la cordialidad. Junts está centrando sus críticas en el PSC, mientras que ERC aprovecha su papel de socio prioritario para aislar subrepticiamente a Junts. El bajo perfil de sus líderes, Josep Maria Jové y Albert Batet, favorece también este pacto de no agresión en la cámara catalana.
La guerra entre ERC y Junts ha acabado estallando en el Congreso de los Diputados, y tiene su lógica. La rivalidad entre republicanos y postconvergentes se ha trasladado del eje nacional a las coordenadas ideológicas. Gabriel Rufián y Míriam Nogueras no solo tienen más liderazgo que Jové y Batet, sino que representan como nadie esta polarización.
La relación entre Gabriel Rufián y Míriam Nogueras nunca ha sido muy fluida. Pero tras la investidura de Pedro Sánchez se vieron obligados a entenderse por el interés común en materias como la amnistía. La tensión ha ido aumentando a medida que se hacía evidente el fracaso de la estrategia procesista con el Gobierno de Pedro Sánchez.
La situación saltó por los aires la semana pasada cuando Rufián señaló con el dedo a los diputados de Junts. La cámara captó a Míriam Nogueras y sus compañeros aguantando impertérritos el chaparrón, pero la procesión iba por dentro. En Junts creen que fue la gota que colmó el vaso de su paciencia, y dan por rotas las relaciones con los republicanos en Madrid.
Junqueras y Puigdemont ya tienen su casus belli
Para Junts, Gabriel Rufián representa lo peor de Esquerra tanto en las formas como en el contenido. Le ven como el ‘poli malo’ de su binomio con Junqueras, y el encargado de ejecutar la estrategia de sumisión al PSOE a cualquier precio. Amplios sectores de Junts, y el propio entorno de Puigdemont, ven imposible un acercamiento con ERC mientras Rufián siga llevando las riendas del partido.

En ERC, el junquerismo atrincherado en el poder ve a Míriam Nogueras como ejecutora del giro a la derecha dictado por Puigdemont desde Waterloo. Esto les va bien para alimentar su teoría del acercamiento de Junts al PP, y para marcar el perfil izquierdista que quiere Junqueras. Lo cual ofrece el pretexto ideal para escurrir el bulto de la unidad y preparar la batalla final entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.
En el independentismo todos saben que la unidad es una quimera, pero ERC y Junts necesitaban un casus belli para ir a la guerra. El Congreso fue el lugar donde tenían que encontrar un espacio de luchas compartidas tras la investidura de Pedro Sánchez. Pero finalmente ha resultado ser el escenario de una escalada de tensión que traslada la nueva guerra al Parlamento catalán.
La guerra que se avecina en el Parlament
La sociedad ERC-PSC en Cataluña presenta la oportunidad ideal para que Junts se lance a degüello contra Esquerra. Pero su aislamiento en el Parlament y la falta de un liderazgo potente impiden una mayor beligerancia. Además, la presencia de Aliança Catalana impide que Junts marque un perfil más derechista como hace en el Congreso.
Sin ir más lejos, Junts comparte con ERC, aunque a regañadientes, el interés común del cordón sanitario contra Aliança Catalana. Los postconvergentes quieren primero neutralizar la amenaza orriolista, para después aniquilar a ERC. Pero además esperan otra cosa, y es el regreso de Carles Puigdemont restituido por la aplicación de la amnistía.
La vuelta de Puigdemont para encabezar físicamente la oposición será el pistoletazo de salida de la batalla final en la guerra con ERC. Enfrente se encontrará a Oriol Junqueras, que de momento se mantiene en un segundo plano esperando el momento idóneo para salir a escena. Mientras, sigue urdiendo desde la sombra el giro a la izquierda de ERC que inevitablemente le llevará al choque ideológico con Junts.
Ambos miran con las luces largas a las elecciones a la Generalitat previstas para 2028. El año anterior se habrán celebrado las elecciones municipales, claves para que ERC y Junts recuperen músculo en el territorio. Junqueras y Puigdemont tendrán entonces el duelo final que deseaban, siempre que sus partidos sigan aún en pie.
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