Hombre pensativo sentado en un banco de madera en un entorno formal.
POLÍTICA

Rufián, cada vez más solo dentro de ERC

En ERC se les fue la mano con la figura de Rufián y ahora no hay solución agradable: Junqueras lo lanza a la militancia

Gabriel Rufián ya no es solo el portavoz de ERC en el Congreso; tampoco es, como algunos creen, el delfín de Junqueras. Rufián, sobre todo, es un político muy ambicioso, con foco mediático permanente y un discurso en clave estatal que lo aleja cada vez más de su partido. Su última propuesta de armar una “gran coalición plurinacional” con otras izquierdas periféricas ha sido el detonante más visible de una fractura que venía gestándose desde hace meses.

Y es que la idea de esta alianza no solo no ha calado en ERC, sino que ha sido públicamente desacreditada por Oriol Junqueras. El presidente republicano, en una jugada tan medida como elocuente, ha querido dejar claro que ni apoya la iniciativa ni garantiza que Rufián vaya a repetir como candidato en unas futuras generales. Su elección, dice, quedará en manos de la militancia. Se trata, en fin, de otra de las clásicas maniobras vaticanas que le han valido a Junqueras el apodo de mossèn.

Lo que nadie parece decir - incluyendo al propio Junqueras - es que los actuales movimientos de Rufián son la conclusión natural del 'junquerismo'. Es decir, que privilegiar la cuestión social sobre la nacional conduce, efectivamente, a que ERC como partido no tenga sentido. Solo hacía falta colapsar electoralmente (hecho) y cebar a una figura muy mediática (hecho) para estar donde estamos ahora.

Primer plano de Oriol Junqueras y Gabriel Rufián

Del escudero de Junqueras al verso libre

La paradoja es notable. Rufián fue un producto de Junqueras, lanzado en 2015 como una figura fresca y combativa para conectar con el votante del cinturón rojo. Durante años, el tándem funcionó: ERC crecía en votos y presencia estatal mientras Rufián se convertía en el rostro más reconocible del independentismo catalán en Madrid.

Pero el escenario ha cambiado. Los malos resultados de 2023 y 2024 han desgastado al partido, y las ideas de Rufián ya no parecen encajar en la estrategia de la dirección. De hecho, su creciente afinidad con sectores de la izquierda española ha generado incomodidad en una ERC que de repente ha recordado que son independentistas.

Por si fuera poco, su protagonismo mediático, en la estela de figuras como Pablo Iglesias o Jordi Évole, le proporciona vidas extra. Mientras él multiplica apariciones virales, en el partido lo acusa de sobreexposición y de haber antepuesto su marca personal al proyecto colectivo. En Calàbria no ha pasado desapercibido que en reuniones clave de coordinación su lugar lo ocupa ya la diputada Inés Granollers.

Inés Granollers, la cara de la otra ERC

Según ha explicado la periodista Laura Fàbregas en The Objective, la diputada leridana se está consolidando como el nuevo rostro interno en el Congreso. Granollers representa lo que en ERC consideran “la política de partido”: gestión discreta, alineamiento con la dirección y un perfil más institucional. Frente al Rufián comunicador, ella es la dirigente local que ha sabido ganar peso sin levantar polvo.

Hombre con traje azul y corbata marrón hablando en un podio.

El contraste con Rufián no puede ser mayor. Él apoya abiertamente a figuras como Laure Vega, exdiputada de la CUP, y hasta ha flirteado con la idea de una candidatura para la Generalitat si Junqueras no puede serlo. Granollers, en cambio, ha sido el relevo silencioso en reuniones clave y representa el perfil clásico de la ERC interior: fidelidad territorial, discurso sobrio y escasa exposición.

Fuego cruzado: Podemos, Bildu y la “filtración”

El problema para Rufián no está solo dentro de su partido; también en los potenciales aliados de esa hipotética coalición plurinacional ha generado malestar. Según reveló The Objective, en Podemos consideran que Rufián actuó con deslealtad al hablar públicamente de una idea que debía ser trabajada en la sombra.

Pablo Iglesias llegó a calificar la maniobra de “gilipollez”, y Bildu, en privado, ha mostrado sorpresa y desconcierto. Como es evidente, Iglesias, que es como Rufián y además ya se ha fogueado en varias traiciones, se huele la maniobra del republicano. Es decir, una especie de segunda OPA - la primera fue Sumar - a Podemos bajo la batuta de Rufián.

La indiscreción no ha sido bien recibida en un contexto donde cada movimiento debe ser milimetrado. Podemos aspiraba a liderar esa coalición, con Irene Montero al frente en Madrid, y ve ahora peligrar esa posibilidad por una “filtración” de quien, sospechan, podría incluso querer liderarla. El resultado: más tensión, más dudas y una posición cada vez más comprometida para el portavoz republicano.

Pablo Iglesias hablando delante de un micrófono con cara de enfadado y con la mano derecha ligeramente levantada

La paradoja del altavoz

Rufián ha construido su poder desde fuera, pero sufre las consecuencias dentro. Sus vídeos siguen viralizándose, sus frases se retuitean miles de veces y su discurso aún encuentra eco en medios nacionales. Pero esa visibilidad no se traduce en autoridad dentro de ERC. De hecho, es justo lo contrario: cuanto más brilla fuera, más incomoda dentro.

El desenlace aún no está escrito. Puede que Rufián logre revalidar su candidatura o que encuentre otra plataforma desde la que seguir su carrera política. Pero lo que parece evidente es que su tiempo como portavoz incuestionable de ERC toca a su fin. El político mediático ha desafiado a su propio partido con ideas que, de momento, no encuentran respaldo. 

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