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POLÍTICA

Recortes y disciplina fiscal: Europa se prepara para su futuro más cercano

La solución no pasará por controlar la inmigración, sino por adelgazar el Estado del Bienestar a gran escala

Hace unas pocas semanas, el gobierno francés sorprendía con una noticia inesperada: Francia aplicaría recortes para intentar controlar el desastroso déficit del país. Poco después, el canciller alemán, Friedrich Merz, hacía unas declaraciones que levantaban una polvareda internacional. “El estado de bienestar que tenemos hoy ya no puede financiarse con lo que producimos en la economía”, dijo el canciller.

No hace falta entender de macroeconomía para sospechar que esta coincidencia entre las dos potencias europeas no es una casualidad. Por el contrario, refleja el futuro más inmediato al que se enfrenta Europa. Pero más interesante que predecir el futuro es entender cómo hemos llegado a él. La clave está en tres palabras que usó el canciller alemán: “Estado del Bienestar”.

Un hombre con gafas y traje oscuro sobre un fondo azul.

Somos muchos

Si algo caracteriza a los Estados de Bienestar europeos es que son caros. Por esta razón, la estabilidad de las finanzas nacionales presuponía un factor clave. Y este no es otro que un crecimiento demográfico endógeno y orgánico, es decir, que no estuviera basado en saldos migratorios masivos. Si esto ocurre, el Estado de Bienestar se hace deficitario crónico.

La idea de que la inmigración masiva (y, sobre todo, poco cualificada) salva las cuentas macros no solo es incorrecta, sino que es perjudicial. El motivo es de una enorme simplicidad económica: a largo plazo, la inmigración sale a pagar para el país receptor. Este es el resultado de la convergencia de dos factores: i) el Bienestar es muy caro; ii) la inmigración poco cualificada no añade una productividad que compense los costes de ese Bienestar.

Un grupo de personas camina por una calle concurrida, con un hombre mirando hacia atrás.

Esto, que para muchos sería un discurso de “ultraderecha”, es público y notorio entre los economistas. De hecho, el economista español más importante del mundo, Jesús Fernández Villaverde, profesor en la Universidad de Pensilvania, lo explicaba en su conferencia anual en la Fundación Rafael del Pino. Según los datos que compartió del caso danés, la inmigración casi siempre sale a pagar; y esos datos son extensibles a cualquier otro ejemplo de Estado de Bienestar:

Ahora bien, como también explica el profesor Fernández Villaverde, la inmigración es un impulso a corto plazo para cuadrar las cuentas. O sea, chutar el balón hacia adelante. El ejemplo paradigmático de esto es España, cuyo crecimiento se basa en gasto público y el empuje de un mercado laboral basado en inmigración. Mientras tanto, el PIB per cápita se hunde y amplias franjas de población (jóvenes) se quedan fuera de la prosperidad.

¿Solución? Tirar de la alfombra

Ante esto, la solución visceral - y que plantea la derecha identitaria - es controlar la inmigración y hacer deportaciones masivas. El problema de esta medida es que el sistema económico y fiscal necesita a la inmigración aunque sea a corto plazo. Es decir, no se puede reducir de manera drástica el saldo migratorio sin que eso suponga un fuerte golpe económico.

En España, por ejemplo, se necesitan del orden de 350.000 inmigrantes cada año solo para mantener el ruinoso negocio de las pensiones. Además, para compensar esa falta de inmigración haría falta un aumento milagroso de la productividad a corto plazo. La probabilidad de que eso ocurra en Europa (y más aún en España) es prácticamente cero.

Dos hombres de traje estrechando manos frente a banderas de Alemania y España.

La solución, entonces, no pasa por reducir la inmigración de un día para otro, sino tirar de la alfombra y romper el contrato social vigente hasta la fecha. Es decir, recortes. Y esto es lo que Alemania y Francia ya empiezan a poner en práctica: adelgazar el Estado de Bienestar. Porque, a todo esto, si algo también se ha hecho evidente es que la salida de la deuda tiene los días contados.

Finalmente: aunque sea por otros motivos, la situación adquiere una tonalidad parecida a la de 2008. Y es que, en lugar de un control progresivo (disciplina fiscal), lo más probable es que los recortes se practiquen de golpe y como ha hecho Francia, que de un día para otro anunció 44.000 millones en recortes. De lo contrario, “estamos en una situación de peligro extremo”, como dijo el primer ministro francés, François Bayrou.

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