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El procesismo exhibe su declive
El pinchazo en la manifestación antimonárquica retrata la crisis de las entidades procesistas
Apenas un centenar de personas acudieron a la llamada de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) este lunes para “echar” a la monarquía de Cataluña. Las imágenes compartidas por la propia ANC en sus redes sociales demuestran la profunda desmovilización del llamado independentismo cívico. Lo cual evidencia también el declive de los partidos procesistas y sus satélites.
Hace solo unos años la monarquía era un poderoso elemento de movilización del independentismo. Pero hoy ni siquiera la figura de Felipe VI sirve para atraer a las masas.

Los independentistas de base consideran que los partidos y las entidades les han engañado, y por eso les dan la espalda. Poco a poco se está produciendo también una desactivación de las aspiraciones del catalanismo a la independencia. Según la última encuesta del CEO, el centro de estudios de opinión de la Generalitat, el independentismo ha tocado mínimos desde el inicio del Procés.
Esto significa no solo que el independentismo está menos movilizado, sino también que cada vez hay menos independentistas. Una tendencia favorecida por la deriva de partidos como ERC y Junts, pero también el desprestigio de entidades como la ANC y el Consell de la República.
La ANC y el Consell, en un punto crítico
La desmovilización del independentismo evidenciada en la manifestación de ayer contra la monarquía cuestiona seriamente la nueva hoja de ruta de la ANC. La entidad dirigida por Lluís Llach aprobó el pasado mes de enero una nueva estrategia. Apuestan por la desobediencia civil y la no-violencia para forzar unas elecciones plebiscitarias en Cataluña, a modo de referéndum.
La manifestación antimonárquica, sin apenas concurrencia y en general con personas de edad avanzada, demuestra que ahora mismo la ANC no tiene suficiente fuerza. Al menos no la suficiente como para poner al Estado contra las cuerdas como sugieren en su hoja de ruta.
Mientras la ANC suma un nuevo pinchazo, el Consell de la República trata de sobrevivir agónicamente a la guerra civil interna y los escándalos. En víspera de las elecciones para elegir nuevo presidente, las acusaciones de corrupción siguen salpicando a Toni Comín y el entrono de Carles Puigdemont. Esto ha acelerado la avalancha de bajas en lo que pretendía ser un gobierno en el exilio y ha acabado siendo un chiringuito para beneficio de sus líderes.
De espaldas a la realidad
Pese a los claros síntomas de agotamientos, los partidos y entidades procesistas siguen dando la espalda a la realidad. La ANC puso 2028 como fecha para el próximo referéndum y la independencia de Cataluña. ERC no ha sido tan osado y ha fijado 2031 como fecha para una nueva votación de independencia en Cataluña.
La realidad es que sus líderes, a la hora de la verdad, o se escondieron o huyeron al extranjero. Esto explica que ni Carles Puigdemont ni Oriol Junqueras estén ya capacitados para liderar una nueva etapa en el independentismo. Y sin embargo han sido nuevamente entronizados en sus nuevos partidos, que avanzan inevitablemente hacia el desastre.
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