
El procesismo asume su debilidad y confía la Diada al flanco institucional
Partidos y entidades llegan a este 11 de Setiembre enfrascados en una guerra fratricida
Uno de los cánticos que triunfó durante los años dorados del Procés fue aquel que exclamaba que ‘els carrers seran sempre nostres’. Era una metáfora de la mayoría social que se arrogaba el independentismo para justificar su plan de secesión unilateral. Las movilizaciones sociales, como las Diadas masivas de 2012, 2013, 2014 y 2015, eran su mejor escaparate.

El principal síntoma del declive procesista ha sido precisamente la deriva de las entidades cívicas y los sucesivos pinchazos en las movilizaciones. Sus impulsores se han empeñado en mantener el pulso de la calle en las últimas Diadas, pero no han hecho más que confirmar la pérdida de apoyo social. Los números hablan por sí solos.
2012 | 1 500 000 |
2013 | 1 600 000 |
2014 | 1 800 000 |
2015 | 1 400 000 |
2016 | 875 000 |
2017 | 1 000 000 |
2018 | 1 000 000 |
2019 | 600 000 |
2020 | 59 000 |
2021 | 108 000 |
2022 | 150 000 |
2023 | 115 000 |
2024 | 60 000 |
Fuente: Guardia Urbana
Parece que las entidades soberanistas han asumido finalmente su debilidad y han adaptado la próxima Diada al desencanto social que acompaña el momento presente. Por un lado han llamado a la movilización masiva y unitaria. Pero por otro lado han organizado una Diada de mínimos, trasladando el peso de las calles al ámbito institucional.
Se consuelan con una gran bandera en el Parlament
ANC, Òmnium Cultural y el Consell de la República han llamado a participar en la manifestación ‘Independencia, con más motivos que nunca’. En previsión de otro pinchazo, han preparado un recorrido de mínimos entre La Rambla y Pla de Palau.
Ante la desmovilización en las calles, el procesismo cede el peso de la Diada al ámbito institucional y en particular al Parlament. Su presidente Josep Rull recupera este año las tradiciones de los expresidentes Jordi Pujol y Pasqual Maragall.
Ha anunciado la colocación de una senyera de 54 metros cuadrados y 25 metros de altura. También recuperará la recepción institucional que se celebró todos los 11 de Setiembre desde 1980 hasta 2008.

En Barcelona, Junts ha pedido al ayuntamiento que los autobuses luzcan la bandera catalana durante la Diada. El procesismo vuelve así a sus esencias, el terreno simbólico. Con ello reconoce también implícitamente su pérdida de la mayoría social y su declive.
Crisis del independentismo: desmovilización y fractura
La Diada de este año llega en plena crisis de las dos grandes entidades cívicas que orbitan alrededor de Junts. La ANC y el Consell de la República han experimentado una fuga masiva de afiliados y dirigentes. Especialmente en la Assemblea, que ha perdido el 25% de sus afiliados en los últimos cinco años, y ha anunciado pérdidas económicas de un millón de euros.
Òmnium Cultural sigue siendo de largo la entidad con más afiliados, aunque sus ingresos también se han visto mermados. Además, su cercanía a ERC ha erosionado su legitimidad a ojos del independentismo. Si durante el Procés, bajo el mando de Jordi Cuixart, fue punta de lanza del independentismo más radical, ahora se ve más como una entidad catalanista de defensa de la lengua.
El declive de estas entidades coincide con la división interna en el independentismo, que ha derivado en una guerra fratricida. Esto también se refleja en la Diada de este año. A diferencia del año pasado, esta vez las entidades han excluído a Aliança Catalana de la manifestación del 11-S por su discurso "contra los derechos humanos".
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