Montaje con un plano medio cort de Carles Puigdemont y otro de Pedro Sánchez, uno mirando hacia arriba y otro mirando al suelo con cara de preocupación
POLÍTICA

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont: ¿fin del idilio?

Waterloo quiere agitar la legislatura este otoño para condicionar al PSOE y el cumplimiento de sus compromisos

Las relaciones entre Junts y el PSOE atraviesan su peor momento desde que Carles Puigdemont hizo presidente a Pedro Sánchez con sus siete diputados. Puigdemont ha lanzado varios órdagos desde entonces, pero siempre teniendo claro que su apoyo a los socialistas no estaba en duda. Había demasiadas cosas en juego, y se trataba de apretar pero sin ahogar.

Ahora el escenario ha cambiado. En Waterloo consideran que Pedro Sánchez está amortizado y que ha llegado el momento de un cambio de aires. La cuestión es el cuándo, y el cómo.

Hace dos meses evitó hacer caer a Pedro Sánchez cuando Feijóo le tanteó sobre una posible moción de censura tras el escándalo de Santos Cerdán. Pero en Junts dejaron claro que esto no es un cheque en blanco, ni asegura su estabilidad. De hecho, Carles Puigdemont está dispuesto a rechazar los presupuestos para incendiar lo que queda de legislatura.

La estrategia de Carles Puigdemont

Esto le permitirá, en primer lugar, marcar distancias con ERC y su predisposición a aprobar las cuentas del Gobierno para 2026. Junts quiere evitar que el independentismo le meta en el mismo saco que a Esquerra. Y la situación actual le brinda una posibilidad ideal para complicarse las cosas a Sánchez y marcar un perfil más crítico con los socialistas.

En segundo lugar, Puigdemont cree que Sánchez es un político a la deriva y quiere evitar que el PSOE arrastre a Junts en su debacle. Su objetivo es ir distanciándose del PSOE para romper definitivamente antes de las elecciones de 2027. Llegar a la cita electoral como aliado prioritario de un Sánchez acorralado por la corrupción sería desastroso.

Finalmente, Carles Puigdemont piensa que una legislatura alborotada le beneficia más que la estabilidad. Esta ha sido una de sus obsesiones, condicionar la política española para alimentar el clima de inestabilidad en Madrid. Además, siempre será más fácil presionar al PSOE para que cumpla sus acuerdos con un Pedro Sánchez con la soga al cuello.

¿Hacia la ruptura definitiva?

Hay sin embargo un riesgo en esta estrategia, y es que al tensar tanto la cuerda se rompa del todo. El gran temor de Puigdemont siempre ha sido quedarse sin la amnistía ni las concesiones pactadas en el acuerdo de investidura. La caída de Sánchez y la llegada al poder del PP lo complicaría todo, sobre todo con las transferencias en inmigración y el catalán en Europa.

Plano medio del presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, con rostro serio, durante una rueda de prensa, en la sede del PSOE en Ferraz, a 12 de junio de 2025, en Madrid.

Por eso su prioridad ahora es meter presión al PSOE para que cumpla lo antes posible con lo prometido. Para ello está dispuesto a utilizar su acercamiento al PP. Puigdemont sueña con una nueva posición de fuerza en un gobierno conservador sin la extrema derecha.

Según avanzaba ayer Vozpópuli, el presidente de Junts intervendrá en la Universitat Catalana d’Estiu para lanzar un nuevo órdago a Pedro Sánchez. Ahí se insinúa incluso una ruptura para condicionar el nuevo curso y dejar a Pedro Sánchez al borde de la dimisión. Esto permitiría a Junts empezar a allanar el camino para una alianza con el PP, siempre que sea sin Vox.

A Pedro Sánchez se le presenta un otoño caliente judicial que se complicaría si Carles Puigdemont le retira su apoyo. Junts mantiene la posición de que si el Gobierno caer no será por su culpa. Sánchez puede acabar siendo víctima de la elección de sus compañeros de viaje.

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