Mujer de cabello canoso con pañuelo blanco y negro al cuello rodeada de personas con chalecos reflectantes en un puerto durante el día
POLÍTICA

La flotilla de Ada Colau y Greta Thunberg vuelve a Barcelona por el mal tiempo

El contratiempo evidenció la fragilidad de una misión presentada como histórica

La flotilla Global Sumud, con Ada Colau y Greta Thunberg a bordo, se vio forzada a regresar al puerto de Barcelona debido al mal tiempo. El contratiempo evidenció la fragilidad de una misión presentada como histórica. La travesía apenas alcanzó la costa de Badalona, donde el viento de tramontana obligó a las 20 embarcaciones a dar media vuelta.

Fragilidad operativa

La flotilla, con unos 300 activistas, zarpó desde el Moll de la Fusta en Barcelona con el apoyo de unas 5.000 personas. Entre pancartas y discursos, se vendió como la mayor movilización civil para llevar ayuda a Gaza y romper el bloqueo israelí.

La flotilla no era solo una expedición de activistas anónimos. Entre los 300 participantes se encontraban Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, y la activista sueca Greta Thunberg, junto a políticos como Lucía Muñoz (Podemos Baleares) y Pilar Castillejo (CUP).

Joven con camiseta amarilla sostiene una bandera de Palestina al aire libre con palmeras al fondo

Pero a bombo y platillo no se navega. La flotilla apenas aguantó unas horas en alta mar. Un primer golpe de viento de tramontana obligó a dar media vuelta y regresar a puerto, dejando al descubierto la fragilidad de esta misión.

La retirada temprana demuestra que el voluntarismo y la teatralidad mediática no reemplazan la logística ni la preparación. Lo que se anunciaba como un acto heroico se convirtió en un espectáculo frágil, donde el impacto real se diluye frente a la falta de planificación.

Burlas en redes

Tras conocerse el primer revés de la flotilla de Colau y Thunberg, las reacciones no se han hecho esperar. "La nueva armada invencible", comentaba el presidente comarcal de Aliança Catalana del Tarragonés, mientras criticaba el mensaje de lucha incondicional que habían lanzado. Vender heroísmo y solidaridad en titulares resulta vacío y peligroso cuando la realidad demuestra que ni siquiera se puede cruzar la costa sin verse obligados a regresar.

Para muchos esta expedición se asemeja más a un show mediático que a una acción humanitaria real. La espectacularidad de las imágenes y los nombres famosos a bordo contrasta con la falta de preparación y la vulnerabilidad de las embarcaciones.

Cuando el espectáculo y los rostros mediáticos eclipsan la planificación y la eficacia, el mensaje humanitario se pierde. La flotilla, más que ayudar, termina generando ruido y titulares, mientras la verdadera situación en Gaza sigue sin recibir la atención concreta que necesita.

Se repite la historia

No es la primera vez que la activista sueca emprende una misión humanitaria en la que busca romper el bloqueo israelí en Gaza.  Su resultado, ser escoltada y deportada de Israel por parte de las fuerzas de seguirdad, las cuales interceptaron el barco antes de su llegada a Gaza.

Pero, según informó el periódico israelí Israel Hayom, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, planea presentar al primer ministro Benjamin Netanyahu un plan para detener a los activistas en condiciones duras, equivalentes a las reservadas para terroristas.

Pese a estos antecedentes y a las duras advertencias israelíes, los activistas volvieron a subirse a sus barcos como si nada. Entre declaraciones grandilocuentes y fotos para la prensa, parecían ignorar que el bloqueo no se rompe con pancartas ni selfies. Lo que Thunberg y sus acompañantes llaman “heroísmo humanitario” termina pareciendo más un circo mediático sobre el agua.

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