
Un experto destapa la razón del éxito económico de Madrid y el fracaso de Barcelona
La estructura de 'chiringuitos', el anticapitalismo subvencionado y la burocracia absurda no salen gratis
El relato nacionalista, y después procesista, ha sostenido durante años que Madrid supera a Barcelona por ser la capital de España. Un argumento simplista que vuelve a ser utilizado por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, para justificar la decadencia económica de Cataluña y, de paso, cargar contra Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, el economista Jesús Fernández Villaverde, profesor en la Universidad de Pennsylvania, ha desmontado este mantra con una precisión demoledora.
En un extenso análisis publicado en redes, el profesor Fernández Villaverde ha señalado que atribuir el dinamismo económico de Madrid a su condición de capital “plantea varios problemas”. Cataluña fue más próspera que Madrid durante el franquismo, dice el profesor, cuando el régimen centralista concentraba aún más poder en la capital.

Y durante las primeras décadas de democracia, hasta el año 2000, el crecimiento de ambas regiones fue comparable. El declive catalán, advierte el economista, comienza en los años 2000 y se agrava a partir de 2012. “Madrid era tan capital en 1950 como lo era en 2000 o lo es hoy. O incluso más”, apunta.
Para el profesor, las explicaciones habituales desde el catalanismo político no se sostienen. La acusación de “dumping fiscal” carece de base, puesto que impuestos como el IVA y el de Sociedades son estatales y las diferencias autonómicas en IRPF y Sucesiones tienen un impacto limitado. Tampoco convence el argumento de la transición a una economía de servicios. “Barcelona tenía mejores condiciones de partida que Madrid, por localización y clima”, señala:
El verdadero problema: el clima de negocios
El contraste clave, según Fernández Villaverde, reside en el entorno para la actividad empresarial. “En Cataluña todo son trabas administrativas, papeleo y regulación asfixiante de la Generalitat. En Madrid, en cambio, todo son facilidades”, resume. Esta diferencia se percibe incluso en la atmósfera cultural y mediática. Mientras los periódicos de Barcelona se llenan de columnas contra el capitalismo y el decrecimiento económico, en Madrid la prensa promueve la inversión.
El profesor apunta a Barcelona como “capital intelectual del decrecimiento”, con sus principales teóricos instalados en universidades catalanas y plataformas militantes. A modo de ejemplo, cita manifestaciones ecologistas y antiturismo como la del pasado mes en Barcelona. Esto coincide de lleno con una de los problemas clave de Cataluña: la extensa red de 'chiringuitos' de corte progresista.
Fernández Villaverde también subraya las enormes dificultades para llevar a cabo cualquier iniciativa empresarial en Cataluña, frente a la agilidad que ofrece Madrid. “En Cataluña, cualquier proyecto se enfrenta a la oposición automática de plataformas ecologistas o vecinales”, señala. Para reforzar su tesis, menciona el caso de Málaga, que sin ser capital de ni disponer de financiación especial, se ha convertido en uno de los polos de crecimiento económico más dinámicos de España.
La conclusión es tajante: “Cataluña tiene un problema. Sus instituciones han optado por políticas abiertamente anti-mercado, y en lugar de asumir que estas políticas son un fracaso prefieren culpar a otros. El mercado funciona. Pero la élite catalana no cree en el mercado”, sentencia el economista.

El "infierno fiscal" catalán
Mientras tanto, Cataluña continúa liderando la presión fiscal en España. Con once impuestos propios, es la comunidad que más tributos autonómicos impone a sus ciudadanos, una tendencia que se intensificó durante la pandemia y que Illa no tiene intención de revertir. Al contrario, el presidente catalán ha insistido en mantener una política fiscal recaudatoria.
La confrontación de modelos es evidente. Isabel Díaz Ayuso defiende que la competitividad fiscal de Madrid es fruto de una gestión eficiente y reta a sus críticos a “hacer lo mismo en sus comunidades”. Por su parte, Salvador Illa y Pedro Sánchez reclaman una “corresponsabilidad fiscal” entre territorios, lo que se traduce en eliminar la competencia fiscal entre regiones.
Pero como explica Fernández Villaverde, la raíz del problema catalán no está en Madrid, sino en la propia Cataluña. Las trabas administrativas, el clima hostil hacia la iniciativa privada y la obsesión ideológica contra el crecimiento económico son las verdaderas causas del retroceso catalán. Mientras Barcelona se hunde en debates de decrecimiento, otras ciudades sin capitalidad ni ventajas fiscales, como Málaga, avanzan sin complejos.
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