
El cuento de nunca acabar de la Hacienda catalana: ahora, el personal
Cataluña no tiene presupuestos, pero sí un 'plan' para desarrollar una Hacienda propia con todos sus recursos
La financiación singular y el proyecto de una Hacienda propia no deben entenderse como proyectos políticos de envergadura. Más bien son un elemento de estabilidad interna al tripartito, en particular a la relación entre ERC y PSC. En última instancia, la Hacienda catalana ha sido un buen punto de encuentro entre socialistas y republicanos para vehicular los primeros compases del colapso procesista.
Como se ha explicado en E-Notícies en varias ocasiones, la clave de esta “cesión” a Cataluña es el manejo del calendario y los presupuestos. El objetivo no es otro que mantener vivo el fuego del traspaso para mantener viva la legislatura. Dos hechos soportan esta interpretación.
El primero es que, por ahora, ya se ha violado el calendario inicial que el Govern del PSC había prometido. El segundo hecho es la desproporción entre proyectos y realidades de este Govern. Y es que asistimos a un Ejecutivo que no tiene ni presupuestos, pero organiza la creación de una estructura institucional tan compleja como una Hacienda. En cualquier caso, hace tiempo que en Cataluña la política está invertida. Aquí, la creación de una Hacienda no es el resultado de unos presupuestos, sino su requisito.

Papeles firmados para que haya personal
Ahora, la última pirotecnia para lubricar las negociaciones con ERC ha sido lanzar un plan para dar “plena autonomía” a la Hacienda catalana en materia de personal. Este punto es doblemente llamativo si se tiene en cuenta que era de una evidencia dolorosa que Cataluña no tenía ni remotamente resuelto el problema del personal.
La ATC cuenta con menos de 900 empleados, mientras que la Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT) despliega en Cataluña unos 4.000 trabajadores y casi 300 inspectores. Pretender asumir la gestión plena del IRPF en 2026, como prometió Salvador Illa, era materialmente imposible. Para garantizarse el personal se tendrán que forzar las máquinas con el veto a la salida de funcionarios, restricción de la movilidad o destino de promociones.

En suma, la situación se presenta como un simple (y costoso) duplicado burocrático que se inscribe en la tendencia catalana a la hipertrofia institucional. "En el mejor de los casos, van a dejar un monstruo burocrático caro e inservible en Cataluña que acabaremos pagando todos", decía el destacado experto en la materia, Francisco de la Torre, para Vozpopuli.
Alejandro Fernández ya adelantaba todo esto desde hace tiempo. La financiación singular y la Hacienda catalana, decía el líder popular, eran “un engaño procesista”. Según él, solo servían para garantizar la legislatura de Illa con la muleta de ERC "y para poner multas":
Un déjà vu del procesismo
No es la primera vez que Cataluña intenta levantar una Hacienda propia. Ya ocurrió en 2008 y en 2017, con Artur Mas y Carles Puigdemont. Ambos fracasaron, y ahora el tripartito reactiva el proyecto, aunque en versión dilatada y a medias. La diferencia es que, en lugar de alimentar un pulso independentista, sirve para mantener vivo un Govern que no tiene proyecto que navegar el postprocesismo.
Finalmente, el calendario plantea unas dudas muy ácidas. Y es que, con la dilatación de los plazos, ya se habla de 2028. Es decir, que se asume que todas estas maniobras se mantendrán intactas después de unas elecciones generales, unas municipales y unas inminentes autonómicas. Por no hablar que todo esto lo protagoniza un Govern que literalmente depende de un diputado arriba o un diputado abajo para conseguir mayorías.
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