
La crisis identitaria de Junts ya llega a los municipios: peligro de ruptura en Sabadell
La dirección del partido no podrá esconder mucho más tiempo el hecho de que su estrategia no ha funcionado
La división interna (y silenciada) de Junts ha estallado también en los gobiernos municipales. En Sabadell, la militancia ha votado a favor de romper el pacto con el PSC de la alcaldesa Marta Farrés, abriendo una crisis dentro del partido. Con un ajustado 54,3% de los votos, las bases han exigido la salida inmediata del ejecutivo local, pero los dos concejales del partido, Lluís Mata y Katia Botta, se resisten a obedecer la orden y piden tiempo para reflexionar.
El resultado refleja un malestar de fondo. Junts per Sabadell está fracturado entre los que quieren mantener la cooperación con los socialistas y quienes acusan al partido de perder su identidad soberanista. Los concejales, que llevan meses mostrando discrepancias con la dirección, defienden su permanencia en el gobierno local para continuar impulsando proyectos que consideran estratégicos.
Mata ha difundido un vídeo en redes sociales junto a Botta y al técnico municipal Quim Carné para reafirmar su compromiso con la gestión local. “Hay que poner Sabadell por encima de los intereses partidistas”, repiten en el mensaje. Su posición, sin embargo, los deja en una encrucijada. Si no acatan la decisión de la militancia, podrían abandonar Junts y continuar como concejales no adscritos dentro del gobierno socialista.

Un gobierno sin necesidad de socios
La situación resulta paradójica, ya que el PSC de Marta Farrés gobierna con mayoría absoluta desde las últimas elecciones municipales. La alcaldesa no necesitaba el apoyo de Junts, pero decidió incorporarlos al ejecutivo en octubre de 2023 como gesto de estabilidad institucional. Desde entonces, la colaboración había sido cordial, aunque marcada por la tensión entre el pragmatismo local y las consignas partidistas de Puigdemont.
De hecho, Farrés mantiene un trato directo y fluido con Mata, heredero político de la exconcejala Lourdes Ciuró, con quien el PSC ya había colaborado en el pasado mandato. La relación se ha basado en acuerdos técnicos más que ideológicos. Y esto ha generado recelos entre la militancia independentista, que ve en ese pacto una renuncia a los principios soberanistas.
Para la dirección local de Junts, el acuerdo con el PSC se ha convertido en una trampa. Denuncian falta de visibilidad política y acusan a Farrés de no respetar los compromisos iniciales. A su juicio, el gobierno municipal no representa la “visión moderna y soberanista” que justificó su entrada en el ejecutivo.
La crisis que Puigdemont no puede controlar
Si algo es evidente es que Junts retrasa todo lo posible una realidad muy delicada, y esta no es otra que el hecho de que Puigdemont está amortizado. La presión electoral y el fracaso con el PSOE revelan que la idea de vivir de las rentas del president en el exili no era una buena idea. Por el contrario, el votante no olvida la década procesista, y mucho menos la degradación material de Cataluña.

En este sentido, es muy revelador que esta crisis se produzca a nivel municipal o, en su defecto, con figuras que pueden ir con libre, como ocurrió con Jaume Giró. Y es que, entre los que conocen la política catalana, es un secreto a voces que cada vez hay más suspicacias hacia la dirección de Junts. El problema es que, llegados a este punto, la dirección no puede hacer otra cosa que huir hacia adelante.
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