Varios policías se encuentran reunidos junto a una furgoneta con luces azules encendidas mientras tres personas con bicicletas conversan cerca de un árbol en una calle por la noche
POLÍTICA

Crece la preocupación por la degradación de Sant Antoni tras varios sucesos violentos

Dani Sirera (PP): 'Los vecinos viven con miedo cada día. Y Collboni sigue mirando hacia otro lado'

El barrio de Sant Antoni vive una situación cada vez más insostenible. En apenas unos días, se han sucedido episodios violentos que han vuelto a poner en evidencia la degradación de la zona. Las imágenes, difundidas en redes sociales, muestran la crudeza de lo ocurrido

La madrugada del viernes, por ejemplo, la Ronda de Sant Antoni fue escenario de una nueva actuación policial. Pero es que, horas después, el sábado por la mañana, una pelea dejaba un reguero de sangre en plena vía pública:

Entre quienes han denunciado la situación está el líder del PP en el Ayuntamiento, Dani Sirera, que lanzaba un mensaje directo contra el alcalde Jaume Collboni. “Ronda de Sant Antoni: peleas, cuchilladas y delincuencia. Los vecinos viven con miedo cada día. Y Collboni sigue mirando hacia otro lado. Barcelona merece seguridad”:

Los vecinos llevan mucho tiempo denunciando que estos episodios no son hechos aislados, sino el reflejo de un deterioro que avanza a gran velocidad. La comparación con el Raval es inevitable, y cada vez son más las voces que alertan de la “ravalización” de Sant Antoni. Los problemas se concentran en torno al mercado, la superilla y la propia ronda.

El Ayuntamiento, forzado por la presión vecinal

La presión ciudadana obligó al consistorio a reaccionar. Tras meses de advertencias ignoradas, el Ayuntamiento anunció en agosto plan de choque con más policía, refuerzo de limpieza, retirada de parte del mobiliario urbano y medidas sociales. Sin embargo, el propio concejal del Eixample, Jordi Valls, reconoció que la solución no será fácil y que se trata de una intervención “a largo plazo”.

Un grupo de personas en una manifestación sosteniendo un cartel amarillo con un mensaje en catalán.

Ese discurso choca con el hartazgo de vecinos y comerciantes, que reclaman medidas inmediatas para recuperar la seguridad y el espacio público. Para muchos, el plan municipal llega tarde y responde más al miedo de Collboni a un segundo Raval que a una voluntad real de resolver el problema.

Desde la oposición, Sirera tampoco dudó en señalar que el consistorio improvisa. “Ocho meses después de que lo pedimos, anuncian refuerzo policial en Sant Antoni. ¿De qué barrio lo van a quitar? No valen parches ni titulares vacíos”. 

Lo ocurrido en Sant Antoni estos días no es, pues, un caso aislado. Se suma a la degradación estructural en barrios como el Gòtic, la Barceloneta o el Raval. De hecho, en este último caso ya resulta innegable que es un barrio abandonado a su propia suerte. Y lo último que necesita la ciudad es que a esta lista de la decadencia se sume Sant Antoni.

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