Imagen de la entrada de la prisión Brians 2 con una furgoneta de los Mossos pasando por delante
POLÍTICA

Cataluña es la comunidad con más presos extranjeros en las cárceles: más del 52%

La sobrerrepresentación extranjera refleja el colapso del sistema penitenciario catalán

Cataluña lidera en España el porcentaje de presos extranjeros, con un alarmante 52,34% de internos no nacidos en España. Este fenómeno afecta especialmente a la franja juvenil y no es casualidad, sino el resultado de políticas de inmigración descontroladas y una gestión penitenciaria desbordada. La población de presos en las prisiones catalanas ha aumentado un 14,45% en los últimos 5 años.

Son datos del Ministerio del Interior que muestran un problema evidente en Cataluña. El debate ha sido rechazado durante mucho tiempo por el buenismo. Ahora estos datos publicados por La Razón ponen encima de la mesa la incómoda realidad.

Una bomba de relojería social y penitenciaria

El impacto de esta situación es devastador. Los sindicatos de funcionarios penitenciarios alertan sobre el aumento de la conflictividad, las agresiones a personal y la falta de recursos humanos y materiales. La inmigración ilegal es el principal factor que impulsa esta crisis.

Mano de una persona asomada entre los barrotes de una celda de prisión

Especialmente preocupante es la situación en las cárceles de jóvenes, donde el porcentaje de reclusos extranjeros asciende al 74,4%. Esta "cantera delincuencial", como la califican los funcionarios, se nutre de una política migratoria que permite la entrada masiva de personas sin control ni planificación.

La realidad detrás de los datos

A pesar de que los extranjeros representan solo el 17,2% de la población total de Cataluña, constituyen más del 52% de los presos en las cárceles de la región. Menos de la mitad de los reclusos son de origen español, lo que demuestra una sobrerrepresentación alarmante que refleja cómo la inmigración ilegal impacta en el colapso del sistema penitenciario.

El problema es aún más grave en las cárceles de jóvenes, donde los reclusos extranjeros alcanzan el 80%. Esta “cantera delincuencial” se alimenta de políticas migratorias permisivas que permiten la entrada masiva de personas sin control ni planificación.

La conclusión es clara: Cataluña paga el precio de años de descontrol migratorio. Si no se revisan urgentemente las políticas de inmigración y seguridad, la crisis penitenciaria seguirá creciendo y afectará aún más a toda la sociedad.

El precio de la inmigración descontrolada

La sobrerrepresentación de extranjeros en las cárceles catalanas está provocando un colapso del sistema. Los funcionarios denuncian un aumento de agresiones, conflictos internos y falta de control en los centros. Las prisiones se han convertido en espacios peligrosos, donde los recursos escasean y la seguridad del personal y de los internos está constantemente en riesgo.

Este problema no se queda dentro de los muros. Barrios con alta concentración de inmigrantes ilegales muestran un aumento de robos, hurtos y tensión social. La ciudadanía paga el precio de una política migratoria que permite la entrada masiva sin control ni planificación.

Mientras no se cambien las reglas, las cárceles seguirán siendo un efecto espejo de la crisis migratoria. La presión sobre el sistema aumentará, la conflictividad se intensificará y la inseguridad se extenderá a toda la sociedad. Cataluña está viviendo el resultado directo de años de descontrol y dejadez.

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